No utilice acentos en la búsqueda
Búsqueda personalizada

Crónica Negra de la II República Española. Genocidio marxista en el Partido Judicial de Estepona.

viernes, 21 de septiembre de 2012

La brillante hoja de servicios de Carrillo

 
Luis David Bernaldo de Quirós.- 
He aquí el retrato fiel de Santiago Carrillo, hombre sin conciencia ni honor que, como recompensa a su trayectoria criminal, recibió infinidad de homenajes y prebendas de los políticos a izquierda y derecha así como del jefe del Estado.

Sirva esta hoja de servicios para hacer justicia con sus víctimas y para vergüenza de sus aduladores, hacedores del inicuo régimen actual.Veamos la “brillante hoja de servicios” de este sujeto:

I).- Siempre tuvo por referencia al “gran Stalin”, uno de los personajes más siniestros que ha dado la Humanidad. Este amor por el dictador se puede comprobar leyendo la revista Nuestra bandera de 1.950.

II).- Sometía a sus víctimas a interrogatorio hasta extremos de llevarlos casi a la locura. Esto ocurrió con Carmen de Pedro, amante de Jesús Monzón, a la que autoconvenció diciéndole que Monzón no había luchado contra el fascismo, sino que había colaborado con él y, por tanto, había que eliminarlo.

III).- Repudió a su padre en beneficio de la de la causa. El comunista Manuel Tagüeña dice al respecto: Siempre estuvo Carrillo subordinado a sus ambiciones políticas. Por mucho aire espartano que quiera dar al gesto, nadie duda que lo hizo para presentarse ante la dirección del partido como militante íntegro capaz de sacrificar a su padre en beneficio de la causa. Este repudio y denuncia lo haría dos meses y pico después de que el trío formado por Casado-Besteiro-Wenceslao Carrillo se levantaran contra el gobierno de Negrín y, por tanto, contra la República.

IV).- Para autoafirmarse en sus principios y tratar de convencer al PCE y a la IC de la solidez de sus convicciones, afirmaba: Cada vez me siento más orgulloso de ser un soldado en las filas de la gran Internacional Comunista… Cada día es mayor mi amor a la Unión Soviética y al gran Stalin…

V).- Es el responsable, sin que nadie le haya pedido cuentas, de las sacas de presos que, desde las cárceles Porlier, San Antón, Modelo, todas de Madrid, terminaban siendo masacrados en Paracuellos del Jarama, Torrejón de Ardoz, Arroyo de San José ,etc.

VI).- Como es lógico, niega todo esto en sus Memorias y lo achaca, como siempre, a incontrolados. Mentira. La saca más importante fue la de Paracuellos, 500 personas, las cuales fueron transportadas en autobuses de dos pisos con los correspondientes vehículos de escolta, teniendo que atravesar toda la ciudad, siendo vistos por muchísimo público.

VII).- No cuenta que, cuando a primeros de diciembre fue nombrado director general de prisiones el anarquista Melchor Rodríguez, el Angel Rojo, se acabó todo aquel terror, demostrándose que las matanzas no eran obra de incontrolados.

VIII).- En el diario La Voz de 3 de Noviembre de 1936, se puede leer: Hay que fusilar a más de cien mil fascistas camuflados, unos en la retaguardia, otros en las cárceles …”. En Diario de la guerra de España, del agente de Stalin en Madrid, Mihail Kolstov, Ruedo Ibérico, Madrid 1977, se lee: Limpiar un poco Madrid; echar aunque no sean más que 30.000 fascistas; fusilar, aunque sólo sea un millar de bandidos.

IX).- Este sujeto aparece en unas declaraciones de Francisco Antón en “Discursos pronunciados en el Pleno Ampliado del Comité Central del Partido Comunista de España, celebrado en Valencia los días 7 y 8 de Marzo de 1937”. Dice así: …nos hemos preocupado un poco por limpiar la retaguardia. Es difícil asegurar que en Madrid está liquidada la Quinta Columna, pero lo que sí es cierto es que allí se han dado los golpes más fuertes… y esto se debe a la preocupación del Partido y al trabajo abnegado, constante, de dos camaradas nuevos, el camarada Carrillo, cuando fue Consejero de Orden Público, y el camarada Cazorla…”.

X).- Asesinó a los duques de Veragua y dio órdenes para quemarle los pechos con un cigarro a sor Felisa, del convento de las Maravillas ( “Paracuellos del Jarama: Carrillo culpable” , Editorial Arcos Vergara, Barcelona 1983, pág. 68).

XI).- Este gijonés homenajeado, aparece en un comentario del ex comunista Carlos Semprún Maura en el diario ABC de 9 de Abril de 1994: Siendo Consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid, fue Santiago Carrillo quien ordenó la matanza de Paracuellos cosa que ha reconocido offthe record y no, como escribe, incontrolados probablemente de la FAI.

Este sujeto, en unas declaraciones al periódico “El Socialista” del 15 de setiembre de 1.934, decía lo siguiente: “Si el gobierno entregado a las derechas, no rectifica, serán estas Juventudes (se refiere a las Juventudes Socialistas) las que asalten el Poder, implantando su dictadura de clases”. Al final termina con “¡Muera el Gobierno!. ¡Muera la burguesía!. ¡Viva la Revolución!. ¡Viva la dictadura del proletariado!”. Es decir: este “demócrata” grita todo tipo de “mueras” en plena República. De aquí se deduce que la “república” por la que luchaba este ejemplar era por la de la bota, el bozal, el grillete y la zahúrda, como todos sabemos.

A continuación, hacemos un breve comentario sobre el libro de D. Ricardo de la Cierva “Carrillo miente. 156 documentos contra 103 falsedades”, editorial Fénix, 1.994. En la página 19 se puede leer: “Estas anécdotas personales no son nada en comparación con las mentiras que relata en sus memorias. En este sentido su libro merece el Nobel, el Cervantes y el Nadal de la mentira. Yo creo que nadie ha sido capaz como él de escribir tres mentiras por línea impresa”. (Carlos Semprún Maura, antiguo comunista, “Con la mentira en ristre”, ABC 9-04-94, página 72). Enrique Líster, que fue comunista antes que Carrillo y que siguió siendo comunista después de haber sido expulsado éste del PCE, dice en la página 20: “Hasta las conversaciones con Uribe en 1.961 yo consideraba a Carrillo un comunista. Un comunista con muchos defectos, pero un comunista. A partir de esa fecha comencé a observarlo de forma diferente, a observar sus actitudes y sus acciones de forma más crítica. Comencé a ligar unos hechos con otros, unas épocas con otras y ante mí fue apareciendo un Carrillo completamente extraño a toda idea, principio y práctica comunista. Aparecía el arribista sin escrúpulos, un ser completamente deshumanizado, capaz de mandar a la muerte o destruir política y moralmente a personas a las que antes había jurado la más completa amistad. Le he visto mentir de la manera más cínica al informar sobre las entrevistas y los hechos relacionados con otros partidos o personas”.No sé si conocerán la carta que le envió a Carrillo el enterrador de Paracuellos.

Vamos a transcribir sólo tres párrafos, porque la carta es un poco larga. Dice así: “Sr. Don Santiago Carrillo Solares: “Creo que me conocerás. Yo sí te recuerdo mucho. Hoy soy vecino de Aranjuez, tengo 85 años. En el año 1.936 fui enterrador del cementerio de Paracuellos del Jarama. También estuve en la checa de la ESCUADRILLA DEL AMANECER, de la calle del Marqués de Cubas nº 17 de Madrid, donde presencié los más horribles martirios y crímenes”. “También estuve en el Cuartel de la Guardia de Asalto de la calle Pontones, en la Puerta del Sol, donde tú, Santiago Carrillo, mandabas realizar toda clase de martirios y ejecuciones en las checas de tu mando. Yo soy Pionero, al que llamaban “EL ESTUDIANTE”, que llevaba la correspondencia a las diferentes checas a cambio de la comida que me dabas…¿Me conoces ahora, Santiago Carrillo? Se despide de ti el enterrador de Paracuellos del Jarama, alias “EL ESTUDIANTE”, que presenció los martirios y asesinatos que tú, Santiago Carrillo, mandaste que se realizaran en España”.Más en Declaraciones de “el Estudiante” a “El Alcázar”.“… Al rato llegó un coche alargado de donde se bajaron 4 milicianos y un quinto, el jefe de las checas, que yo conocía entonces. Vestía un tabardo marrón y unas botas. No tendría más de 23 o 24 años. Era Santiago Carrillo. Apearon a tres señores y una señora, les hicieron andar sobre la cuneta unos doce metros y, sin que yo me lo esperara, sacaron las ametralladoras y los mataron a los cuatro. Carrillo, que había mandado ejecutarlos, saltó a la cuneta y me dijo: “este es el duque de Veragua, el fascista número uno de España”… mientras sacaba una pistola… y disparó tres tiros sobre el cráneo del duque que ya estaba bien muerto… dirigiéndose al guardia de asalto Ramiro Roig (El Pancho) le ordenó: ¡Quítale el anillo (una sortija con brillantes que parecía muy buena), y como no podía, él ordenó: ¡Córtale el dedo, leche!

El guardia sacó una navaja de bolsillo y destrozó la mano hasta que consiguió sacar el anillo y se lo dio a su jefe. Recuerdo perfectamente que Santiago Carrillo, después de limpiar la sangre de la sortija con broza que cogió del suelo, se la guardó en el bolsillo…”. “Recuerdo que era de noche cuando llegamos (a la cheka de Fomento)… Allí estaba una mujer joven, de unos treinta años o más, con la ropa a jirones, casi desnuda, que no hacía más que llorar y suplicar que no le pegaran más. Cuando llegó Santiago Carrillo dio orden a “El Valiente”, quien con un cigarro puro empezó a quemarle los pechos, mientras suplicaba “por Dios” que no la torturaran más. Luego me dijeron que se trataba de sor Felisa, del convento de las Maravillas, de la calle Bravo Murillo…”.

“Al otro día, igual, cavando que no sabía para qué servía. Debía ser la primera semana de noviembre cuando nos llegaron tres autocares con cientos de personas. No sé cuántas serían. Aquello fue horroroso. No paraban de matarlos y meterlos en las zanjas, cuando llegaban más autocares con hombres, mujeres y niños… La escabechina fue tremenda; el mismo Santiago Carrillo empujaba hasta la fosa con el pie; con algunos no podía y los arrastraba cogiéndolos de los pies o de las manos . . . Así fue, a grandes rasgos, la matanza de Paracuellos efectuada los días 6, 7, 26 y 27 de noviembre …”.

Read more »

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Carrillo-Franco: Elegir lo peor

Pío Moa
El 16 de marzo de 2005, diversos políticos, comunicadores, periodistas, cantantes y otra gente significada, hasta 400, homenajearon en un hotel madrileño a Santiago Carrillo, ex jefe del Partido Comunista con motivo de su 90 cumpleaños. La figura principal y más representativa fue el presidente del gobierno, Rodríguez, que abrazó al viejo líder y lo calificó de “ejemplo” político; "Esta es una mesa larga y unitaria", dijo a Ibarreche, político que no oculta su ambición separatista, dirigente del PNV fundado por Sabino Arana, racista violento bien explícito en sus escritos. Juan José Ibarreche aseveró que él y toda la sociedad vasca aprecian a Carrillo por su trayectoria política. Asistió el político Miguel Herrero y Rodríguezde Miñón -- premio Sabino Arana--, ministros de Rodríguez, empezando por la vicepresidenta, junto con ex ministros y líderes autonómicos como Jordi Pujol o Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que calificó al festejado como “patriota que se sacrificó por la democracia”; José Barrionuevo, relacionado con el terrorismo del gobierno de Felipe González, periodistas como Fernando G. Delgado, cantantes como Víctor Manuel, Ana Belén o Joaquín Sabina… El rey hizo llegar una misiva transmitiendo al anciano comunista su respeto y su amistad "fraguada durante muchos años".El entonces ministro de Defensa José Bono, ausente, le remitió un soldadito de plomo, quizá en recuerdo del maquis.

Organizaron el festejo los periodistas María Antonia Iglesias e Iñaki Gabilondo, este último el comunicador más afamado del grupo mediático PRISA e inventor o difusor del bulo de los terroristas suicidas en los trenes de la matanza del 11-m. No faltaron personajes de derecha y ex falangistas, como Rodolfo Martín Villa; ni Gregorio Peces Barba, intelectual-político socialista encargado por entonces de silenciar a la Asociación de Víctimas del Terrorismo a fin de facilitar los tratos del gobierno con la ETA, bajo el título paradójico --o acaso burlesco-- de “Alto Comisionado para el Apoyo a las Víctimas del Terrorismo”. Los líderes del PP prefirieron abstenerse del llamativo banquete, por lo que Peces Barba aseguró que al acto asistían “los buenos y faltaban los malos”. Varios admiradores, periodistas como Susana Olmo, Amalia Sánchez Sampedro, María Antonia Iglesias e Iñaki Gabilondo, regalaron a Carrillo un libro de recortes de prensa con la firma de los asistentes: Noventa años de historia y vida.

Ya entrada la noche, la fiesta culminó con la retirada de la estatua de Francisco Franco del edificio madrileño conocido como Nuevos Ministerios, lugar donde permanecen las estatuas de los socialistas Indalecio Prieto y Francisco Largo Caballero, principales jefes de la guerra civil de 1934. Un nutrido grupo de homenajeantes acudió alborozado a presenciar dicha retirada, entre ellos el cantante Víctor Manuel, que en su juventud había compuesto una canción dedicada a “la paz de Franco”.

El homenaje a los “noventa años de vida e historia” de Carrillo, coronado por el ultraje a Franco, simbolizan inmejorablemente una nueva situación política en España. Para entenderla, resumiré aquí esa larga trayectoria del primero, por lo demás bien conocida de todos los admirados asistentes a su gran fiesta de aniversario.

Santiago, hijo de Wenceslao Carrillo, un dirigente del PSOE, era en 1933-34, con diecinueve años, uno de los jefes de la Juventudes Socialistas, las cuales, a juicio del también socialista Prieto, realizaron acciones intolerables. Estas acciones consistieron en el asesinato de algunos miembros del partido derechista moderado CEDA, que no replicó del mismo modo, y de varios militantes falangistas, hasta provocar las represalias de estos. Como líder de dichas juventudes, cuyas publicaciones llamaban abiertamente a la máxima violencia, participó en el comité secreto del PSOE encargado de preparar una insurrección considerada textualmente guerra civil, con el fin de aplastar la república burguesa e imponer una dictadura semejante a la soviética de Stalin, como también proclamaban sin vacilación (1).

Vencida la insurrección, Carrillo, desde la cárcel, se acercó más a los comunistas y exigió “bolchevizar” el PSOE, es decir, convertirlo en un disciplinado aparato para tomar el poder por la fuerza cuanto antes. Tras reanudarse la guerra en 1936, pasó al PCE, organización por completo dependiente de Moscú (y orgullosa de ello). El PCE aprovechó las circunstancias bélicas para crearse rápidamente un aparato militar (el Quinto Regimiento) que le permitiera prevalecer sobre sus aliados del Frente Popular, y para organizar, junto con el gobierno y los demás partidos de izquierda, un terror mortífero contra las derechas y, a veces, también contra sus aliados.

Carrillo se dedicó a la segunda tarea, y cuando ocurrió la batalla de Madrid, en noviembre de 1936, presidía el aparato represivo de la Junta de Defensa de la capital. Ha sido acusado, por ello, de numerosos asesinatos y en especial de la mayor matanza de toda la guerra, realizada en Paracuellos del Jarama y otros puntos de la provincia de Madrid. Carrillo ha alegado durante mucho tiempo ignorar tales hechos y hasta el nombre de Paracuellos; pero recientemente su memoria mejoró, y afirmó “haber hecho todo lo posible para evitar la matanza que se produjo –según él—cuando grupos incontrolados asaltaron un convoy de militares prisioneros”. Mejora parcial, porque la matanza no tiene los rasgos de la improvisación de supuestos incontrolados –que casi nunca lo fueron—, sino los de un planeamiento cuidado, de estilo soviético; y no se trató de un convoy de militares prisioneros, sino de todo tipo de gente, incluidos adolescentes, prácticamente niños. Los testimonios del diplomático Félix Schlayer, las investigaciones de Ricardo de la Cierva, César Vidal, José Manuel Ezpeleta, las del mismo Ian Gibson, que dice “comprender” la masacre, etc., apuntan claramente a Carrillo. A duras penas podría ser de otro modo estando él a la cabeza del orden público, que en aquellas circunstancias no significaba otra cosa que la aplicación del terror; sin olvidar su considerable experiencia en la dirección de actos terroristas desde 1934. Recientemente un historiador pro comunista, Jorge Martínez Reverte, ha querido desviar la responsabilidad hacia los ácratas -- una tradicional táctica del PCE--, pero ha sido desmentido, y fue en esta ocasión el anarquista Melchor Rodríguez quien detuvo las matanzas asumiendo un serio riesgo personal. Las excusas, justificaciones, pérdidas de memoria y cambios de opinión de Carrillo hablan por sí solos, y hay muy pocas dudas sobre su responsabilidad. Los asistentes al homenaje conocían perfectamente esta faceta del antiguo jefe de las Juventudes Socialistas.

Terminada la guerra española con la derrota de los suyos, el homenajeado pasó la mayor parte de la guerra mundial en América, desde donde trataba, en vano, de organizar nuevas acciones en la España de Franco. Su mejor ocasión llegó hacia el final de la contienda en Europa, cuando casi todo el mundo esperaba la caída del dictador gallego. Entonces Carrillo, ya un destacado jefe comunista, dirigió desde Francia el maquis que intentaba explotar las muy favorables circunstancias internacionales y el presumible descontento dentro de España para reiniciar la guerra civil, con la natural esperanza de vencer esta vez. Las guerrillas debían cundir por el país, desestabilizar al régimen y provocar una intervención de los Aliados en último extremo. También este proyecto volvió a fallar, no sin dejar varios miles de muertos (Trato estos episodios en Sonaron gritos y golpes a la puerta)

La derrota del maquis obedeció, ante todo, a su escaso apoyo en la población, indicio de una considerable popularidad del régimen a pesar de las duras condiciones de vida existentes. Además, el terror practicado por los comunistas durante la guerra civil contra sus propios aliados, para meterlos en vereda, dificultaba la captación de gente de otras tendencias. Por las armas, pues, no había salida.

La realidad impuso un cambio de táctica y, con la anuencia de Stalin, el PCE volvió a la línea, antaño provechosa, de los frentes populares: infiltración en los sindicatos, las universidades, el mundo artístico, empleo masivo de la consigna de “libertades”, de “reconciliación nacional” y de una retórica de paz, con objeto de atraerse a sectores descontentos y llegar a una “Huelga Nacional Pacífica”, dirigida por los comunistas, pero en la que debía participar casi todo el país. Consignas poco sugestivas para la población, pues casi todo el mundo consideraba la guerra cosa pasada, ya había paz y reconciliación para la gran mayoría, y las libertades, en boca de los comunistas, convencían a pocos.

Por ello los progresos del PCE, plenamente mandado por Carrillo desde mediados de los 50, fueron muy lentos; aunque no inexistentes, sobre todo cuando logró hacerse con las Comisiones Obreras, independientes en teoría pero en la práctica férreamente controladas por los “carrillistas”. Las maniobras de Carrillo para hacerse líder indiscutible incluyeron las habituales purgas, a veces asesinatos de “camaradas” desafectos, y provocaciones diversas, como han expuesto Líster y otros (2).

Próxima la muerte de Franco, el PCE seguía siendo pequeño, con menos de 10.000 afiliados; pero era el único con una organización algo seria y disciplinada, que podía jactarse de haber llevado a cabo una lucha sostenida contra el régimen de Franco y de haber sufrido más cárceles y sacrificios. Para ampliar sus alianzas, Carrillo formó la Junta Democrática, y el PSOE, que renacía con todas las bendiciones de la burguesía como rival del PCE, fundó la Plataforma de Convergencia Democrática. Junta y Plataforma. A ambas les unía un rechazo frontal al franquismo, a Juan Carlos I y a las reformas democráticas planteadas desde la dictadura, frente a las cuales alzaban la bandera de la “ruptura”, para enlazar legal e ideológicamente con el Frente Popular. Durante el año 1976, en situación práctica de libertades, Junta y Plataforma coordinadas desplegaron una intensísima y bien financiada agitación, que sin embargo no les dio el resultado apetecido y fracasó, una vez más.

Carrillo había inventado con otros partidos correligionarios el “eurocomunismo”, distanciándose algo de Moscú en una versión ampliada de los frentes populares y sin dejar la ideología marxista. Pronto comprendió que su partido y la oposición carecían de fuerza suficiente para liderar los cambios, y, más alarmante aún, que el franquismo pensaba legalizar al PSOE, pero vacilaba en hacerlo con el PCE, mientras Felipe Gonzáles no hacía ascos a mantener a su competidor comunista fuera de la ley. Ante tal debilidad y tal amenaza, Carrillo dio ejemplo de moderación: como la mayoría de los demás, aceptó la reforma auspiciada por los franquistas, incluida la monarquía de Juan Carlos y la bandera tradicional, bajo la que había sido vencido el Frente Popular, así como la propiedad privada y la economía de mercado. Fue legalizado, y la ruptura –sostenida después por la ETA y otros grupos terroristas o extremistas—quedó como un sueño inalcanzado, aunque quizá alcanzable algún día.

La democracia condujo con bastante rapidez a la crisis del PCE y del propio Carrillo: su invocación a su larga lucha contra el franquismo atrajo a pocos votantes. El gran beneficiado fue el PSOE, que no había combatido a la dictadura, había sido tolerado por ella en sus últimos años, y gozaba del apoyo financiero y mediático de importantes fuerzas españolas y extranjeras. El homenaje al ex dirigente comunista cobraba así un tinte de irónico desagravio: durante el franquismo él había representado la única alternativa política real (que quizá por ello no llegó a realizarse)… para verse burlado al final por los representantes de la dictadura y por unos socialistas que habían colaborado con ella, activa o pasivamente. Y que ¡en 2005!, treinta años después de muerto el dictador, exhibían una combatividad antifranquista nunca antes vista. Sin estos datos, hoy tan a menudo olvidados o tergiversados, no entenderíamos la historia reciente.

¿Qué significaba la fiesta a Carrillo y la retirada de la estatua de Franco en aquel aniversario redondo? Ni más ni menos que la vuelta a aquella ruptura frustrada durante la transición, y que los festejantes consideraban posible, por fin, con un gobierno surgido en buena medida del manejo de la matanza del 11-m, manejo que desvió del terrorismo islámico la culpa del crimen para descargarla sobre Aznar y el PP. Se trataba de una “segunda transición”, aunque el término dejó de usarse pronto. La primera transición había sido desde el franquismo a la democracia; la segunda, sería desde la democracia a otra cosa, y esa otra cosa la simbolizaban mejor que nadie Carrillo y un presidente que se declaraba “rojo”, palabra tan reveladora.

El homenaje está ligado a la entonces prevista ley conocida como de Memoria histórica, instrumento para imponer a la sociedad una visión determinada del pasado, a las “negociaciones” con la ETA a costa del estado de derecho, de la Constitución y de las víctimas directas con el supuesto fin de conseguir una “paz” ya existente desde 1939; se liga al ensalzamiento del Frente Popular y de Juan Negrín, a la actitud comprensiva hacia dictaduras como la de Fidel Castro al extraño juicio por la matanza del 11-m y a otros fenómenos bien conocidos. (Y, actualmente, a la situación de ruina en que dejan al país, sin mostrar por ello el menor remordimiento)

Son sorprendentes las pasiones que sigue levantando la figura del viejo Caudillo más de treinta años después de su muerte, y la dificultad de reconducir el debate a un plano más objetivo y centrado en los hechos. Pasiones sostenidas a menudo por una crasa ignorancia sobre nuestro pasado reciente, pero que subrayan al mismo tiempo la importancia de la “cuestión Franco” para afrontar nuestro futuro con la calma y perspectiva necesarias. Con este libro espero responder a muchas de las preguntas fundamentales al respecto.

(Prólogo de Franco para antifranquistas en 36 preguntas clave, publ. en 2009)

Read more »

Las pruebas contra el estalinista Santiago Carrillo en Paracuellos

Libertad Digital
Santiago Carrillo no es el único que tuvo responsabilidad en la matanza de Paracuellos del Jarama (Madrid) en otoño de 1936 (4.200 asesinados totalmente identificados) pero la investigación histórica que realiza César Vidal en Paracuellos-Katyn (Libros Libres 2005) aporta datos esclarecedores sobre la implicación directa de Carrillo en estos horribles crímenes. En el momento de la matanza, Carrillo era responsable de seguridad de la Junta de Madrid.

Vidal explica que "ninguno de los que supieron, en noviembre de 1936 lo que estaba sucedieron" tuvieron dudas sobre "la responsabilidad ejecutora" de Carrillo en la matanza. Entre los textos que apuntan en esta dirección destaca el del nacionalista vasco Jesús de Galíndez –fue asesor de la Dirección General de Prisiones cuando el también peneuvista Manuel de Irujo fue nombrado Ministro de Justicia de la Segunda República– escribió en 1945 en sus memorias del asedio de Madrid:
El mismo día 6 de noviembre se decide la limpieza de esta quinta columna por las nuevas autoridades que controlaban el orden público. La trágica limpieza de noviembre fue desgraciadamente histórica; no caben paliativos a la verdad. En la noche del 6 de noviembre fueron minuciosamente revisadas las fichas de unos seiscientos presos de la cárcel Modelo y, comprobada su condición de fascistas, fueron ejecutados en el pueblecito de Paracuellos del Jarama. Dos noches después otros cuatrocientos. Total 1.020. En días sucesivos la limpieza siguió hasta el 4 de diciembre. Para mí la limpieza de noviembre es el borrón más grave de la defensa de Madrid, por ser dirigida por las autoridades encargadas del orden público. (J. de Galíndez Suárez, Los vascos en el Madrid sitiado)
La responsabilidad directa de Carrillo en estos millares de crímenes fue confirmada de manera irrefutable tras la apertura de los archivos de la antigua Unión Soviética. César Vidal recoge un documento de enrome importancia escrito a mano por Gueorgui Dimitrov, líder en ese tiempo de la Internacional Comunista al servicio de Stalin. En el texto, escrito el 30 de julio de 1937, informa de la manera en que prosigue el proyecto de toma del poder del PCE en el Gobierno del Frente Popular. La referencia a las matanzas de Carrillo aparece en relación con las críticas al ministro peneuvista de Justicia, Manuel de Irujo:
Pasemos ahora a Irujo. Es una nacionalista casco, católico. Es un buen jesuita, digno discípulo de Ignacio de Loyola (...). Se dedica especialmente a acosar y perseguir a gente humilde y a los antifascistas que el años pasado trataron con brutalidad a los presos fascistas en agosto, septiembre, octubre y noviembre. Quería detener a Carrillo, secretario general de la Juventud Socialista Unificada, porque cuando los fascistas se estaban acercando a Madrid, Carrillo, que era entonces gobernador, dio la orden de fusilar a los funcionarios fascistas detenidos. En nombre de la ley, el fascista Irujo, ministro de Justicia del gobierno republicano, ha iniciado una investigación contra los comunistas, socialistas y anarquistas que trataron con brutalidad a los presos fascistas. (...) Irujo está haciendo todo lo posible e imposible para salvar a los trotskystas y sabotear los juicios que se celebran contra ellos.
Pero, como explica César Vidal en su investigación, otro agente de Stalin, Stoyán Mínev Stepanov, delegado en España de la Komitern de 1937 a 1939, redactaba en abril de 1939 un informe sobre las causas de la derrota en España. En él también mencionaba a Carrilo de forma reveladora, al hablar de la resistencia que había plantado el PSOE tras al avance del PCE: "Provocan la persecución contra muchos comunistas (incluso también contra Carrillo) por la represión arbitraria de los fascistas en otoño de 1936". Lo que demuestra que la responsabilidad de Carrillo no sólo era conocida por el PCE y los agentes de Stalin, sino que también fue utilizada por el PSOE para frenar el avance del PCE en el seno de la guerra interna del Frente Popular.

Además de estas pruebas, ya en la época de la Transición un antiguo miliciano denominado El Estudiante que asegura que acompañó a Carrillo en sus tareas represivas, escribió una carta al ex dirigente comunista que en su momento no tuvo eco en la prensa por las ansias de reconciliación que presidían la Transición. Sí se publicó una entrevista en un diario de la época en la que se reafirmaba del contenido de la carta e, incluso, aparecía llorando en fotografías de los lugares donde , según su testimonio, Carrillo perpetró sus crímenes

En la carta, El Estudiante dice:
Hoy soy vecino de Aranjuez, tengo 65 años y en el año 1936 fui enterrador del cementerio de Paracuellos del Jarama. También estuve en la checa de la Escuadrilla del Amanecer, de la calle Marqués de Cubas 17 de Madrid, donde presencié los mas (sic) horrendos martirios y crímenes (sic). También estuve en el cuartel de asalto de la calle Pontones donde tú, Santiago Carrillo, mandabas realizar toda clase de martirios y ejecuciones de la checa de tu mando. Yo soy el pionero al que llamabas, el estudiante, que llevaba la correspondencia de las distintas checas a cambio de la comida que me dabais. ¿Me recuerdas ahora, Santiago Carrillo? ¿Te acuerdas cuando tú, acompañado de la miliciana Sagrario Ramírez, Santiago Escalona y Ramírez Roiz, alias el Pancho, en la carretera de Fuencarral km 5, el día 24 de agosto de 1936, siete de la mañana, asesinasteis al Duque de Veragua, que tú, Santiago Carrillo, madasteis (sic) que le quitaran el anillo de oro con piedras preciosas; y recuerdas que no se lo podian (sic) quitar y tú, Santiago Carrillo ordenastes (sic) que le coartaran el dedo; recuerdas, Santiago Carrillo, la noche que fuisteis a la checa de Fomento con tu coche Ford M-984 conducido por el comunista Juan Llascu y los chequistas Manuel Domicris, el Valiente, y el guarda de asalto José Bartolomé, y que entonces en el sotano (sic) mandastes(sic) quemar los pechos de la monja sor Felisa del Convento de las Maravillas de la calle de Bravo Murillo, y que así lo hizo el Valiente, con un cigarro puro. Esto sucedió el día 29 de agosto a las tres de la madrugada.
Información extraída del ensayo de César Vidal Paracuellos-Katyn, Libros Libres, 2005.

Read more »

MUERE A LOS 97 AÑOS EL GENOCIDA SANTIAGO CARRILLO (la casta polírica y real le rinden honores)


UN GENOCIDA INMUNE A LA JUSTICIA

A. Granados.- Santiago Carrillo mató a más de 4.000 personas (8000 según algunas fuentes) en Paracuellos del Jarama, cientos de ellos niños, y no solo no se arrepintió nunca de ello, sino que alardeó siempre de su papel en la guerra civil a sabiendas de que la unidireccional “memoria histórica” estaba de su parte. Por desgracia, Carrillo no ha sido juzgado antes de su muerte. Sin embargo, su nombre será siempre sinónimo de matanza, genocidio y odio.

En los últimos años se habían sumado voces que destacaron la improcedencia de que la Universidad Autónoma de Madrid le concediera el premio “Doctor Honoris Causa”, al considerar que esto implicaba deslegitimar los mismos fundamentos universitarios al premiar con dudosos honores a un criminal de guerra que ordenó asesinar sin juicio previo a miles de civiles inermes.

Las matanzas de personas indefensas no constituyó un hecho aislado en la zona republicana durante la contienda civil, sino que cualquier ciscunstancia adversa, como sus contínuos errores bélicos, les servía de pretexto para cebarse con los inermes presos de las cárceles, y así sucedió con decenas de miles de víctimas desde los comienzos de la contienda hasta sus últimos coletazos: las matanzas colectivas en El Arahal (Sevilla), donde anticipándose a la llegada de las fuerzas nacionales, los milicianos incendiaron el módulo donde tenían encerrados a sus oponentes, muriendo abrasados. Los marinos de Cartagena arrojados al mar, los fusilamientos masivos de las prisiones de Ubeda, Ciudad Real, Toledo, Almería, Lérida, Málaga, San Sebastián y el fuerte de Guadalupe, Castellón, Ibiza, Fuenteovejuna, Albacete…

Por lo que a Madrid concierne, el genocidio de Paracuellos, con su torrentera de sangre, vino a constituir la culminación de masacres anteriores, como la del Cuartel de la Montaña, amén de los miles y miles de madrileños y de madrileñas asesinados en cualquier lugar por las innumerables checas que gozaban de facultad para registrar, detener, torturar y ejecutar a las víctimas que no pudieron escapar del terror rojo en los meses anteriores.

Ser sospechoso de “derechista”, haber acudido a misa con regularidad, tener alguna afinidad ideológica improcedente, poseer periódicos del tipo ABC, haber ocupado algún cargo público en la etapa anterior, o simplemente no comulgar con los postulados del Frente Popular, eran los motivos por los que fueron retenidos miles de civiles en las cárceles de Madrid para posteriormente recluirlos en las famosas checas donde los torturaban y vejaban. Y de ahí a las sacas, para fusilarlos en las afueras.

Máximo responsable del Holocausto de Paracuellos del Jarama

El periodo mas activo fué del 7 de noviembre al 4 de diciembre de 1936. Los asesores soviéticos del Partido Comunista, dominante ya en ese momento en Madrid, dictaminaron que era necesario exterminar a todos los disidentes (detenidos por el simple hecho de no ser de izquierdas) que abarrotaban las cárceles de la ciudad.

Lo que se hizo fué una limpieza literal de todos los civiles apresados que no pudieron escapar de Madrid al inicio del conflicto, en una clara acción criminal de “tierra quemada” en la retaguardia, por si llegaban los nacionales. Santiago Carrillo era el responsable municipal de Orden Público de la Junta de Defensa (imagen: http://bremaneur.files.wordpress.com/2009/01/y143-41011-021.jpg)
y por tanto, era el encargado de elaborar, supervisar, organizar y ordenar el trayecto de las checas hasta los lugares donde se produjeron sin juicio los asesinatos masivos.

Miles de civiles y de adversarios ideológicos, incluidos sus familiares, fueron asesinados de forma colectiva e indiscriminada en distintas fases, sembrando así las afueras de Madrid de cadáveres multitudinarios, desapariciones humanas, torturas y fosas comunes de muy amplio rango. Un grupo de ellas se encuentran localizadas en Paracuellos del Jarama. (Ver plano de las 7 fosas comunes: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBPgnOr5iCQlY-_3uy_5JS3cy2wbP30VgTRXt9Jn3-V2C-JO8KUucSclX-W3egDck7jDhE7F3QheW2Gv6JE9nKhOhYcynS-l1mBTyZ5Hl7auM4mq_CRiqBaPiSJDqxIEEVJgQ0wwY2KoY/).

EL PP AGRADECE LA CONTRIBUCIÓN DEL GENOCIDA A LA “RECONCILIACIÓN DE LOS ESPAÑOLES”

IU: “Se ha muerto una persona que entregó su vida a la lucha”

El portavoz de Izquierda Plural (IU-ICV-CHA) en el Congreso y secretario general del Partido Comunista de España (PCE), José Luis Centella, ha reconocido este martes la “figura” de Santiago Carrillo a pocos minutos de conocer la noticia de su fallecimiento así como sus “años de lucha más allá de posibles diferencias políticas”.

En declaraciones a los medios de comunicación en la Cámara Baja, Centella ha explicado que ha conocido la noticia de la muerte de Carrillo por su familia, a la que ha transmitido sus condolencias y el respeto del PCE a un “dirigente histórico”.

“Se ha muerto una persona que entregó su vida a la lucha, a la defensa del comunismo, que en este país merece un recuerdo que estoy convencido de que las próximas generaciones van a mantener”, ha señalado.

Según ha indicado, Izquierda Plural ha trasladado la noticia del fallecimiento del exdirigente del PCE al presidente del Congreso, Jesús Posada, y ha manifestado que espera que la Cámara brinde a Carrillo el “natural homenaje” por haber sido un “diputado importante”.

Por su parte, el diputado por Asturias Gaspar Llamazares ha dicho en un comentario en Twitter sentirse un “admirador” de Carrillo por haber llevado “una vida dedicada a los trabajadores”.

El diputado por Málaga Alberto Garzón ha destacado también en Twitter que “la lucidez de Carrillo fue brillante”, pero considera que “su espíritu por superar el capitalismo fue aún más merecedor de respeto”. “Con Carrillo se va una parte muy importante de la historia comunista de este país, con elementos positivos y negativos”, ha indicado.

PP: “La Historia recordará su contribución a la reconciliación de los españoles”

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha lamentado el fallecimiento de Santiago Carrillo, al que considera una “personalidad fundamental” en la reciente historia de España. Además, ha destacado el papel que jugó en la Transición y su contribución a la convivencia sin renunciar a sus “profundas convicciones”.

Así lo ha asegurado en un telegrama de pésame que ha enviado a la familia del histórico dirigente del Partido Comunista de España (PCE). “Quiero hacerles llegar, en mi nombre y en el del Gobierno de España, el más sentido pésame por la desaparición de una personalidad fundamental en la reciente historia de España”, ha señalado.

El jefe del Ejecutivo ha subrayado además la labor de Carrillo durante la Transición española. “El destacado papel que desempeñó durante la Transición y su contribución al orden constitucional, al nuevo marco de convivencia y a un futuro común sin abandonar sus profundas convicciones, perdurarán como referente para la política española”, ha concluido.

El vicesecretario de Estudios y Programas del PP, Esteban González Pons, ha lamentado la muerte del histórico dirigente del Partido Comunista, al que considera “uno de los protagonistas de la Transición”.

“La Historia recordará su contribución a la reconciliación de los españoles”, ha asegurado el dirigente del PP en en su cuenta de Twitter, que ha recogido Europa Press, minutos después de conocerse su fallecimiento.

PSOE: Destaca su “papel clave” en la Transición

El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha mostrado este martes su pesar por el fallecimiento de Santiago Carrillo y le ha trasladado el “agradecimiento” de todos los socialistas por su papel “clave” para la construcción de la “modélica” Transición española.

En una breve declaración a los medios en el Congreso, Rubalcaba ha recordado que la España democrática actual es fruto de una Transición “modélica” que se basó “en la convivencia” y que, aunque fue “una tarea colectiva del conjunto de los españoles”, algunos como Carrillo jugaron un papel “clave”.

“Sin duda Carrillo jugó ese papel clave. Por eso traslado el agradecimiento en nombre PSOE y lo hago desde el Parlamento, donde él pasó tantos años”, ha subrayado Rubalcaba.

UPYD: “Siempre recordaremos su trabajo y su esfuerzo por la concordia y la superación del pasado”

La portavoz nacional de Unión, Progreso y Democracia (UPyD), Rosa Díez, ha expresado su pésame por el fallecimiento de Carrillo, a quien considera “un hombre imprescindible en la Transición”. “Su aportación como dirigente del PCE fue absolutamente clave para transitar de una dictadura a una democracia”, ha dicho.

En declaraciones en el Congreso, Rosa Díez ha explicado que, “más allá de los encuentros y desencuentros” que haya podido tener con Carrillo a lo largo de su vida, “la democracia española debe recordar esa aportación clave”.

“Desde UPyD siempre recordaremos su trabajo y su esfuerzo por la concordia y la superación del pasado”, ha remarcado.

Read more »

sábado, 8 de septiembre de 2012

Marx: El ideólogo del crimen

 
SM.- Los crímenes cometidos por los regímenes comunistas en el mundo entero, que afectó a cien millones de personas en setenta años, tienen tras de sí un inspirador indiscutible: Moses Mordechai Marx Levi, más conocido como Karl Marx. Sin embargo, intereses justificados buscan desvincular a su figura de lo hechos históricos que su doctrina proporcionó, como si estos no pasasen de distorsionadores de sus ideas.

Así, se busca perpetuar una imagen romántica a su respecto, de benefactor e idealizador de la sociedad humana, como si él, en sus tesis, no buscase legitimar la violencia. Marx no apenas la legitima como también la estimula, incentivando el terrorismo y el asesinato, buscando convencer a todos de que los fines justifican los medios.

Incondicional adepto de la teoría darwinista de que el hombre sea un animal, él desprecia los valores morales y espirituales del ser humano, alegando que la criminalidad estimula el progreso y la economía. Inclusive, aquel que era considerado el defensor más grande del trabajador, tenía una verdadera ojeriza por el trabajo, pasando una gran parte de su existencia, huyendo de él. Marido de una baronesa, dilapidó en especulaciones financiera y en el vicio del alcoholismo las herencias que recibió, habiendo tomado prestado de su amigo Engels, durante veinticinco años, una cuantía voluminosa de dinero que nunca fue reembolsada. Llevaba, así, una vida de bohemio intelectual, rehusándose a ir más allá de su escritorio.

Por lo tanto, el hombre que pretendió enseñar al mundo un nuevo modelo económico, no demostró, durante toda su existencia, capacidad para administrar al menos su propia situación financiera. Y a pesar de su célebre apología al proletariado, Marx, en realidad, nunca tuvo cualquier contacto con este, a no ser con su criada Lenchen, que fue su amante durante varios años y con la que tuvo un hijo, Freddy, que no llegó a ser reconocido por su padre.

Los orígenes

En una madrugada tempestuosa del año 1785, cabalgaba a toda brida por una carretera de Baviera. Pasa entonces que la mano del destino se encarga de fulminarlo con un rayo. Al amanecer, después del trágico accidente, los campesinos de la región se deparan con el personaje misterioso muerto junto a su caballo. A su lado, es encontrada una valija de cuero guardando documentos que influyeron y decidieron el destino de millones de personas y fue llevada, junto con el cuerpo del caballero, hasta el puesto policial loca, donde se constata que son los papales, estatutos y documentos directivos de una sociedad desconocida, hasta entonces, denominada Orden Secreta de los Iluminados de Baviera, cuyo mentor era Adam Weishupt. El caballero que yacía inerte a los pies del jefe de policía era su mensajero.

Los documentos son chocantes porque revelan una intrincada red de conexiones clandestinas entre personajes destacados en la escena cultura y política europea, bien como por la estrategia violenta que preconizan para la consecución del principal objetivo de orden: la derroca del poder instituido, corrompido en su meollo más profundo. La violencia del contenido de los documentos de Weishaupt es provocada por el despotismo y la concupiscencia tanto por parte de la iglesia como de por parte de las monarquías de la época. Incluso sus métodos clandestinos son extraídos del cierne violento de las instituciones dominantes. La inquisición ya había hecho uso del anonimato de sus espías para infundir invisiblemente el terror y la famosa Orden de los Jesuitas detenía los secretos de Estado de las Cortes Europeas y de la iglesia, actuando políticamente, a través de ramificaciones ocultas, en los bastidores de los juegos de poder.

Weishaupt, ex-jesuita, retuvo los principios de organización y actuación de su antigua Orden para focalizarlos ahora, contra el propio poder en el cual ella se enraizaba. El régimen instaurado por la acción de los iluminados de Baviera sólo podría asemejarse al adversario que lo combatía. La secta da origen a las sociedades secretas cuyas actividades culminarán en el deprimente espectáculo conocido como Revolución Francesa. El Ancient Régimen cae en medio de la creciente salvajería; la radicalización revolucionaria del terror. A cada acto violento, la violencia se recrudece en vez de atenuarse. La decapitación del Monsieur Guillotin es el símbolo máximo de la autodestrucción de la violencia, pero también de su auto perpetuación.

Las injusticias del nuevo modelo económico y político capitalista, implantado después de la revolución francesa, pronto resucitan la oposición de las clases populares. A partir de la mitad del siglo XIX, los comunistas “científicos”, seguidores de la doctrina revolucionaria de Marx, se atribuyen el derecho de tutelar el proletariado, usándolo como conejillo de Indias de las teorías Marxistas. Se organizan en sociedades paramilitares clandestinas que buscan la toma del poder a través del poder de las armas. Se infiltran secretamente en los sindicatos, en los partidos operarios y en los movimientos populares, seduciendo a sus líderes e instalando en las masas el veneno de la sedición. Las manipulan despertando en ellas el resentimiento y la ira, buscando liberar la fuerza explosiva que pretenden utilizar para sus objetivos.

Los estatutos de estas organizaciones adoptan la terminología del Manifiesto Comunista de Marx y Engels, como también su modelo de análisis histórica. Pero las tácticas de acción que proponen denuncian otro origen que es el contenido de la valija de cuero de Weishaupt. Poco antes de la redacción del Manifiesto, Marx había ingresado en la Liga de los Justos, que posteriormente vino a llamarse Liga de los Comunistas. Ahora, la Liga de los Justos no es, sino, uno de los muchos brazos de la Orden Secreta de los Iluminados de Baviera.

Marx se convierte entonces, en el heredero de la ideología que apunta a la violencia como la forma de poner fin a la violencia, y el crimen como posibilidad de redención de la humanidad. Este elemento pernicioso de su doctrina ha sido insuficientemente discutido, incluso por los críticos del pensado. Los asombrosos crímenes cometidos por el régimen comunista soviético invitan a una postura diferente. Se ha hecho tiempo de establecer claramente la relación directa entre los hechos históricos y la doctrina marxista y de considerarla bajo el punto de vista de su peligrosidad.

La apología del crimen

Hay un número que ha pesado en las consciencias de todo el mundo civilizado. Este numero es el de cien millones, y se refiere a la cantidad de seres humanos aniquilados por los regímenes comunistas en todo el mundo desde la revolución rusa. Es triste cuando recordamos que todas estas personas fueron inmoladas en nombre de las falsas promesas de una “sociedad justa y moderna”, cuyo cumplimiento era interminablemente postergado por nuevas promesas: lo que Marx no hizo, Lenin lo hará; y después vinieron Brejniev y Andropov y… ¿quién se recuerda?

Esta chocante disparidad entre los medios y los fines es apenas el resultado más tragicamente visible de la conocida máxima leninista que define la buena acción moral como todo aquello que lleva al partido comunista al poder. En este “todo” están incluidas, evidentemente también, la violencia y la y la acción criminosa.

Es común oír decir que Marx no tiene nada que ver con los crímenes soviéticos y con los de los otros regímenes comunistas, los cuales resultarían tan sólo en una mala aplicación de sus teorías. Esta es la opinión de los que tienen un conocimiento bastante limitado y superficial de los textos de Marx o lo conocen apenas de oír hablar (noventa por ciento de los marxistas). Lenin no era uno de esos, conocía bastante bien a Marx y, como se sabe, no era capaz de dar un paso sin pedirle su bendición y es en el volumen inacabado de EL CAPITAL, en el capítulo denominado Teoría de la Gran Valía, que él probablemente encontró la página más apta para darle sustentación teórica para su extraña idea de moralidad. Dice así:

“El criminal produce crímenes. Si miramos más de cerca las relaciones que existen entre este ramos de producción y la sociedad en su conjunto, ultrapasaremos muchos prejuicios. El criminal no crea crímenes; lo que él crea es el derecho penal. (…) más: El criminal crea todo el aparato policial y jurídico – policías, jueces, verdugos, jurados, etc. – y estas diferentes profesiones que constituyen igual número de categorías en la división social del trabajo, desarrollan diferentes facultades de espíritu humano y crean al mismo tiempo nuevas necesidades y nuevos medios de satisfacerlas.

El criminal crea una sensación que tiene de moral y de trágico y, al hacerlo, ofrece un “servicio” que moviliza los sentimientos Morales y estéticos del público. No crea apenas tratados de derecho penal; crea igualmente, arte, literatura, o sea, tragedias, siendo testigos de esto no solo La Faute, de Müllner, y Les Brigands, de Schiller. Pero también Édipo y Ricardo II. El criminal quiebra la monotonía y la seguridad cotidiana de la vida burguesa, poniéndola así, al abrigo de la estagnación y suscitando la interminable tensión y agitación sin la cual el estímulo de la propia concurrencia se debilitaría. Estimula así, las fuerzas productivas. (…)

Descubriendo incesantemente nuevas formas de dirigirse contra la propiedad, el crimen hace nacer constantemente nuevos medios para defenderla, de tal forma que el criminal da a la mecanización un impulso tan productivo como aquel que resulta de las huelgas. Lejos del dominio del crimen privado, ¿El mercado había nacido se no hubiese crímenes nacionales? Y después de Adán, ¿El árbol del pecado no correspondería simultáneamente al árbol del saber?

Más de lo que la supuesta utilidad del crimen, estas líneas demuestran el poder que una argumentación hábilmente construida posee para vestir a las ideas más torpes con una apariencia de normalidad y lógica. Demuestran también el notable talento que Marx tenía para esto, lo que puede explicar parcialmente, la radicalización fanática de los grupos clandestinos marxistas. Los que se inclinan a dudar que Marx haya defendido en serio esta tesis cínica, necesitan apenas para desilusionarse, compararla con el texto del Manifiesto del Partido Comunista, en el cual Marx en tres ocasiones afirma que la toma del poder por el proletariado tendrá que ser violenta, o aún, con el tenor del trecho de un discurso por él dirigido a los cartistas ingleses en 1856, en el cual menciona la existencia de un tribunal secreto en Alemania medieval cuyo objetivo era…

“… vengar las iniqüidades de las clases dominantes. Cuando se veía una cruz roja apuntando una casa, todos sabían que su dueño había sido condenado por el tribunal. Todas las casas de Europa están marcadas ahora por la misteriosa cruz roja. La historia es el juez. Su verdugo es el proletariado”.

Una retórica semejante fue usada también en un discurso proferido por Marx en la Liga de los Comunistas en Abril de 1850:

“…Lejos de oponernos a los llamados excesos, la venganza del pueblo fue dirigida a individuos odiados y a ataques populares a edificios asociados a recuerdos odiosos, debemos no solo tolerar tales cosas como también asumir la iniciativa de ellas”.

Comentando este trecho, el historiador Edmund Wilson afirma que “es una deformación, minimizar el elemento sádico de los escritores de Marx”. En realidad, se muestra una semejante fijación por el elemento de violencia en su propia producción teórica. Se sabe por ejemplo, del papel desempeñado por la violencia en la concepción marxista de la historia. “la historia de las sociedades hasta ahora han sido de lucha de clases”, dice el Manifiesto del Partido Comunista. A los ojos del filósofo, el desarrollo de la civilización aparece como una secuencia ininterrumpida de robos, extorsiones, expoliaciones, latrocinios y dominaciones.

Es cierto que la violencia y la dominación formaron parte de la historia humana, pero transformarlas en el único fundamento de la interpretación de la Historia, revela una tendencia patológica del pensamiento de Marx, la tendencia a la depreciación del valor moral y espiritual del ser humano. El arte, la ciencia, la filosofía, la religión, la moral y todas las formas culturales en las cuales el hombre proyecta sus ideas son, para Marx, apenas el reflejo distorsionado e ilusorio de la única realidad que él reconoce: el modo de producción económico y la lucha de clases asociada a este. El primero es la forma por la cual el hombre domina la naturaleza, sometiéndola a su voluntad, violentamente; la segunda es la forma por la cual el hombre domina otros hombres. Así, el análisis marxista reduce toda realidad humana hacia aquel fondo violento de la lucha por la sobrevivencia y por la dominación. Se diría que tales ideas resultan del espíritu conflictivo, inquieto y marcadamente iracundo de Marx, que se refleja en su obra, a través de la cual pudo atormentar durante setenta años a la humildad y atrasarla espiritualmente.

Influencia del darwinismo

Estas características del pensamiento de Marx evidentemente lo aproximan de Darwin, y no es de hoy que se descubrió la importancia del biólogo para el protector del comunismo. El mismo Engels reconoce implícitamente esa afinidad de pensamiento cuando afirma en el discurso que profirió por ocasión del entierro de Marx que, “… así como Darwin descubrió la ley de la evolución de la naturaleza orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana…”.

Marx, que criticó tanta gente con ferocidad, elogia Darwin por haber demostrado que la naturaleza también tiene una historia. Y hizo esto porque él mismo había utilizado el modelo darwinista de historia natural para explicar la historia de los hombres. Como se sabe, este modelo se basa en la teoría de la selección natural, según a cual, los especímenes más fuertes genéticamente y más aptos consiguen determinar el futuro de las nuevas generaciones, derrotando los menos aptos en la lucha por la sobrevivencia. Basta tomar este modelo y sustituir los especímenes por clases sociales (o sea, la lucha entre los especímenes por la lucha de clases) y la genética por a economía (sustituir las mutaciones genéticas por las mutaciones económicas y el patrimonio genético de los más fuertes por el patrimonio económico de las clases dominantes) para que se tenga un esquema de la esencia del concepto marxista en relación a la historia.

A los marxistas les agradaba criticar al llamado “darwinismo social”, el que dio origen a las concepciones fascistas de la historia, y también les agradaba decir que el método de Marx se basaba en la dialéctica de Hegel. Que leían en ese entonces, el prefacio a la primera edición de El Capital, donde el propio Marx define su método como un intento de comprender el desarrollo económico de la sociedad, como un proceso de la historia natural, sin que sea dicha ninguna palabra sobre “dialéctica”. Pero, ¿qué era lo que pensaba al hablar de historia natural? Esto queda claro cuando se descubre que su primera intención era dedicar la no a Hegel, sino a Charles Darwin.

Vínculos peligrosos con el Antiguo Testamento

No obstante, para comprender la omnipresencia de la violência y del crimen en las tesis marxistas, talvez sea necesario remontarnos a un darwinismo más antiguo, al proto-darwinismo implícito en el Antiguo Testamento, cuyo estudio y lectura seguramente deben haber llenado un considerable espacio de la infancia de Marx. El filósofo había nacido en una familia apiñada de rabinos tanto por parte de la madre como por parte del padre, de entre los cuales se contaba el abuelo paterno y un tío. Entonces es posible imaginas el bombardeo teológico explícito y subliminal al que estuvo sometido y justamente es una edad en la cual no tenía medios de defenderse. Talvez, inclusive, el ateísmo profesado por Marx pueda explicarse como una reacción a esta opresiva súper exposición, reacción esta que, no obstante, no se habría podido borrar de la profunda impresión que aquellas narrativas ancestrales podrían haber quedado guardadas en el entendimiento infante, con lo terrible al mezclarse con lo grandioso y con su moralidad, por decir lo mínimo, confusa. Es esta la herencia metafísica adquirida en la infancia que, recalcada durante décadas de materialismo, retorna en la producción teórica de Marx y a veces en variaciones perversas.

Algunos de los defectos de esta inesperada influencia son conocidos: El proletariado sería el sustituto materialista y sociológico del pueblo elegido y Marx, una especie de nuevo Moisés (es decir, este era realmente uno de sus pré-nombre) que, sustituyendo el cayado por la bayoneta ensangrentada, guiaría al pueblo a la Tierra Prometida de la Sociedad Sin Clases. Como Moisés, Marx no llegó a pisar en la Tierra Prometida. Es más, ni sus seguidores, al contrario de lo que ocurro en la narrativa bíblica. En otra interpretación, la imagen idílica que Marx hace del llamado comunismos primitivo de las primeras sociedades humanas, aparece como el paraíso perdido del Edén, cuya reconquista sería liderada por el filósofo vestido ahora, de (falso) Moisés. Sin embargo, en vez del paraíso que los padre y rabinos mencionan para ganar el fervor del público, el miraje de Marx se situaba en la Tierra y no en el Cielo, morir no sería más necesario para disfrutarlo, y esto lo dejó considerablemente más atractivo para mucha gente. Sólo que el hombre es expulsado del paraíso que la Tierra efectivamente, es a medida que el capitalismo se expande sin piedad hasta en los más distantes rincones del planeta, desfigurando y manchando la naturaleza para transformarla inexorablemente en mercadería. Y por más extraño que parezca, este régimen debe su estatus de dueño del mundo y señor absoluto de todo, a Marx sobretodo y al comunismo, como veremos en las siguientes líneas.

Sin embargo, retornando a nuestro tema nos preguntamos: ¿qué dice el Antiguo Testamento al respecto del origen de la sociedad y de la civilización? Simplemente, que ambas resultan de un crimen, nombradamente del fratricidio de Caín. Al matar a Abel, Caín se vuelve, según la alegoría del Génesis, en el único heredero del mundo, el precursor y el patriarca de la humanidad. La civilización y todas sus obras, el hombre y todas sus realizaciones, anhelos y pensamientos, todo eso derivará apenas del crimen de Caín y cargaría su estigma consecuentemente. Es bajo este signo que Marx ve roda la historia humana desarrollarse, motivo por el cual apenas consigue concebirla como una secuencia infame de violencias. Esta postura muestra al hombre como un ser naturalmente pervertido, incestuoso, homicida e impotente delante de sus debilidades. El precursor de la psicoanálisis afirmó durante una conferencia proferida en Viena el 16 de febrero de 1915, que: “Todos nosotros nacemos de un largo linaje de asesinos” (In: Nous et la mort). El estrago que el veneno de las ideas de Marx ocasionaron en el plan político social sólo se comprara al provocado en el campo de la psicología por este su contemporáneo, cuyas ideas solaparon los valores del mundo occidental del siglo XX, emplazando a las personas a encarar al hombre como un ser que no se regenera.

Teoria del mal necesario

En la narrativa de Caín, se contiene la equivocada concepción ética de la justificación de los medios a través de los fines y de que eventualmente, el propio crimen puede ser útil al progreso humano: Caín mató Abel, pero dio inicio a la civilización y talvez, se podría pensar de que no estaríamos aquí si hubiera sido otro el que iniciase esta generación. Marx apunta de manera semejante los robos y violencias endosadas por las clases dominantes a las clases dominadas en cada fase de la historia humana, pero al mismo tiempo, se les considera como etapas históricas necesarias para el camino que conduce al comunismo. Esto es lo que hace ambigua e improcedente la virulencia con que Marx denuncia los crímenes del capitalismo. Él describe los horrores del modo de producción capitalista con los colores más sombríos y de la forma más cruda (a pesar de haber pasado su existencia encerrado en un gabinete sin ningún contacto directo con la rutina de los obreros): el aspecto succionador de la gran industria y de las altas finanzas, la esclavitud del hombre al trabajo mecánico, el uso de mano de obra infantil, la deshumana jornada de trabajo… pero, al mismo tiempo, afirma que el capitalismo crea condiciones de existencia al comunismo, e que es una etapa por la que necesariamente tiene que pasar para llegar en fin a la sociedad sin clases. Más aún: el comunismo sólo podrá surgir cuando las contradicciones del sistema capitalista hayan alcanzado su máximo grado, pues sólo así la revolución “redentora” se habrá vuelto inevitable. Y entonces, ¿deberíamos considerar los crímenes del capitalismo como… útiles? Y ¿en este sentido como bueno? ¿Algo puede ser condenable y necesario al mismo tiempo?

Es posible que esta paradoja ética Le haya sacado el sueño a muchos marxistas. Pero hay una más grande y más grave, porque no se limita al campo de la teoría: ¿Cómo es posible que una doctrina que denuncia la violencia y dice buscar su supresión, echar mano a la propia violencia como medio de alcanzar sus objetivos? ¿la fraternidad puede surgir de la discordia? Y ¿la paz del crimen?

Es evidente que no, y las conocidas aventuras soviéticas del marxismo son la prueba más espectacular de esto. Esperemos que hayas sido las últimas.

El hombre como animal

El lema preferido de Marx, era una antigua sentencia latina: nada de humano me es extraño. En el mismo acto de repetir esta frase, Marx daba prueba cabal de lo contrario. Pues en lo que respecta al conocimiento del ser humano vale aquel otro dicho, menos elegante, pero cierto: quien sabe se calla, quien no sabe habla. Y, de hecho ¿que es lo que él sabía sobre el ser humano? Conocía bien la historia de la filosofía en general, y especialmente Hegel y Epicuro, sobre quien escribió una tesis de doctorado. Leía grirgo y latín; era versado en temas de economía, conocía los economistas clásicos y la historia de la industrialización en Inglaterra. Escribió sobre la revolución Francesa y sobre la guerra Franco Prusiana. Mas sobre el ser humano era un completo ignorante.

Las propias teorías de Marx en relación al hombre, atestiguan esta ignorancia, pues en este punto también se manifiesta su herencia darwinista. Marx debe a Darwin no apenas la selección natural como también la Idea de que el hombre es, en último análisis, un animal; hablante, pero animal.

Para Marx, el atributo de humanidad no es inherente al ser humano, no pertenece a su esencia, pero es adquirido históricamente a medida que él desarrolla los medios de producción económicos, esto es, a medida que él modifica el ambiente en que vive y somete a la naturaleza a su dominio. Así, a su ver, el hombre primitivo que no domina la naturaleza y que aún es dominado por ella, no se distingue claramente de los animales:

“La Conciencia, naturalmente, comienza por ser apenas conciencia acerca del ambiente sensible inmediato… es, al mismo tiempo, conciencia de la naturaleza, la cual, a principio se opone a los hombres como un poder totalmente extraño, todopoderoso e inatacable, como el cual los hombres se relacionan de un modo netamente animal y por el cual se dejan atemorizar como animales y, por lo tanto, una conciencia puramente animal de la naturaleza (religión natural)… este comienzo es tan animal como la propia vida social de esta fase, es una mera conciencia de horda, el hombre apenas se distingue del carnero por el hecho de que su conciencia a veces es su instinto o viceversa”.

Es fácil percibir el estrago que tal concepción de la naturaleza humana provoca en la autocomprensión del hombre, especialmente en lo que respecta a su moralidad. Si el hombre se cree un animal, se puede dar el derecho de actuar como tal, cometiendo toda suerte de desatinos, o sea, de actitudes desequilibradas e inconcientes. Bajo tal óptica, se vuelve imposible admitir que el ser humano sea capaz de poseer o buscar valores que trasciendan esta esfera estrecha. Sin embargo, son estos valores olvidados y no la lucha de clases o la dominación, que pueden salvar a la civilización del atraso moral y espiritual.

Aversión a los campesinos

Esta forma de concebir al hombre y a la naturaleza lleva a Marx, ya en sus primeros escritos, a una posición claramente prejuiciosa en relación al sector agrario de la economía y al campesinado en general, una vez que ambos representarían un estado inferior del desarrollo de las fuerzas productivas y estarían todavía demasiado sumisos con la naturaleza, al contrario de dominarla. Kostas Papaioannou, filósofo griego y crítico de Marx, comenta este extraño trazo del pensamiento marxista, capaz de hacer temblar a las bases teóricas de los movimientos agrarios de cuño socialista de la siguiente forma:

“El único trabajo que Marx conoce y reconoce es el trabajo industrial, mediante el cual, el hombre se rebela real y eficazmente contra la naturaleza. Por ejemplo, el campesino no participa de la dignidad del trabajador concebida por el joven Marx. Él, que elogio a la burguesía por haber reducido el número de campesinos y haber ‘libertado a una gran parte de la población del cretinismo rural’, sólo sentía desprecio por el campesino. ‘jeroglífico inexplicable para cualquier espíritu civilizado’, representantes de ‘la barbarie en el propio seno de la civilización’, los campesinos para él no son verdaderos trabajadores, sino animales sometidos a la naturaleza”.

De esta forma, para Marx, la relación hombre-naturaleza es necesariamente de antagonismo: o se domina o se es dominado. La tercera posibilidad simplemente, él no conseguía concebir: de que el hombre viva en harmonía con la naturaleza, disfrutando de lo que esta ofrece, sin violarla, conociendo y respetando sus límites, sus ciclos y necesidades. Si Marx piensa que el hombre necesita comportarse delante de la naturaleza ya sea como un animal atemorizado por el trueno, ya sea como un general conquistador en el frente de batalla, es porque no consigue verlo como parte de la naturaleza, como una parte de esta que llegó a la conciencia, de la cual él habla tanto sin que tenga la mínima noción de lo que sea. Es incapaz de concebir la posibilidad del sentimiento de comunión con la naturaleza, de la percepción de que algo en nosotros está vinculado a todo lo que vive en la Tierra, y también a los ríos y a las estrellas. Este sublime sentimiento, tan humano y humanizante, encontrado inclusive entre los aborígenes “incivilizados”, entre los artistas, los místicos, campesinos, científicos, filósofos (sí, incluso entre ellos) y hombres comunes, desde que estén dotados de sensibilidad; este sentimiento no pudo ser concebido por Marx a pesar de toda su erudición. Y decía que nada de humano le era extraño.

¿Mudar la sociedad sin mudar al hombre?

En el hombre hay muchas cosas más de las que soñó la vana filosofía marxista. Él es demasiado vasto para caber en el intelecto de Karl Marx, o en cualquier otro. Por haber concebido al hombre de manera tan estrecha, Marx llegó a pensar que sería posible transformarlo a través de los cambios de la estructura económica de la sociedad.

El hombre del capitalismo es malo e injusto, meditaba él, pero el del comunismo será bueno y justo (y hoy en día los marxistas bohemios afirman que el comunismo “no salió bien porque los hombres que quisieron colocar en práctica la doctrina de Marx, no era buenos”…); sólo después de que la sociedad sea transformada el hombre podrá transformarse.

¿Se percibe el contenido absurdo de esta idea? Entonces, deberíamos preguntarnos: ¿por qué el mundo llegó a ser tan injusto y violento con él? Sin duda, porque en el hombre existen tendencias injustas y violentas, o como dice el propio Marx: “… aquellas pasiones que al mismo tiempo son las más violentas, las más viles y las más abominables de lo que el corazón humano es capaz: las furias del interés personal”. 12 Supongamos entonces que la sociedad sea efectivamente “transformada” por la revolución, sin que antes el hombre se haya transformado. ¿qué impedirá que aquellas mismas tendencias se manifiesten nuevamente y de forma aún más intensa, ya que habrían sido excitadas por la ira y por la venganza? ¿Cuánto tiempo será necesario para que la envidia, el despilfarro, la avaricia y otras manifestaciones malignas transformen el paraíso artificial en um nuevo infierno real aún peor que el anterior? ¿qué es lo que Rusia nos enseña sobre esto? Entonces, ¿No será mejor comenzar a cambiar al hombre?

Marx, que raciocinaba con tanto rigor y que insistía siempre en la idea de que la sociedad era producto de la actividad humana, no atendió para esas cuestiones. Cambiemos la sociedad – gritaba. ¿el hombre? ¡Eso se ve después!

Contradicciones entre vida y doctrina

La verdad es que el hombre no se transforma por decreto o por coerción estatal y policial a menos que se quiera apenas un aparente cambio y cambiar apenas aparentemente es armar una bomba de tiempo. Para que el cambio sea verdadero, este tiene que partir del propio individuo en un proceso en el que él necesita enfrentar y vencer a sí mismo. Estamos hablando aquí de una transformación existencial profunda y de alcance espiritual y que, como tal, requiere una orientación adecuada. Esta orientación, entre tanto, no puede ser ofrecida por ninguna doctrina política. Heme aquí la dura realidad.

De esto se concluye que, antes de querer cambiar el mundo, Karl Marx debería intentar cambiar Karl Marx. Frente a esta conclusión ciertamente él respondería como lo hacen todos los revolucionarios: ¡pero el mundo es tan injusto! Y yo soy tan buena persona…

En realidad, todo indica que él creía más fácil cambiar el exterior que el interior. Más fácil combatir el Capital con todo su poderío y sus ejércitos que enfrentar a sí mismo. Esto explica la notable incongruencia entre sus discursos y su vida.

El paladín de la causa proletaria llevaba una vida que ningún proletario podría haber soñado vivir. Permanecía prácticamente encerrado en su gabinete o en las bibliotecas de Londres y Berlín, leyendo, escribiendo, preparando y memorizando discursos sobre las condiciones de vida y de trabajo de los obreros, las cuales conocía apenas a través de informes. Adoptó el símbolo de la hoz y el martillo, pero es probable que no supiera diferenciar uno de otro.

Para escribir con tranquilidad sobre la producción del capital, Marx simplemente se negó a producir, él mismo, cualquier capital.

Por este motivo, nunca fue capaz de conversar por mucho tiempo una fuente de renta propia, como inclusive convendría a alguien que tiene una familia y quiere mantener alguna independencia. De hecho, fue el matrimonio que lo salvó del destino de los desempleados por algún tiempo. Casado con Jenny Von Westphalen, hija del Barón Ludwig Von Westphalen, Marx redujo a cero la dote de la esposa a fin de mantener y publicar algunos de sus escritos. Así es que, el intelectual que tanto atacó la aristocracia no halló ningún problema en ser subsidiado con su dinero. Tampoco halló problema en aceptar dinero provenido de la “explotación del trabajador asalariado”: después de que Jenny había vendido los últimos objetos de plata, la familia tuvo que ser mantenida por las actividades industriales de Engels, pues el “trabajo” de Marx no podía ser interrumpido. Así, Engels extraía la máxima valía de sus empleados y enviaba dinero a Marx para que este denunciara la máxima valía. Tal soporte económico concedido por el amigo se extendió por toda la vida.

Muchas veces las remesas no eran suficientes y los Marx pasaban grandes apuros. Ni siquiera las herencias que él recibió de su padre y posteriormente, de su madre, sirvieron para aliviar su situación financiera. La parte que le competía de la herencia materna él ya la había recibido anticipadamente a través de un tío. Las deudas se acumulaban a tal punto que los oficiales de justicia se llevaban los muebles por el incumplimiento del pago, obligando a que parte de la familia usara el suelo como cama. Y ni por eso el jefe de la casa se decidía a ir a la lucha.

Alcohólico y fumador inveterado, no se sentía dispuesto a enfrentar la jornada del día a día, aunque pudiese trabajar como periodista. Es por eso y por otras faltas, que su mujer lo abandonó dos veces, pero regresó a casa en las dos ocasiones. Marx se había empecinado con que tenía que salvar el proletariado y esa idea fija lo cegó de sus responsabilidades inmediatas, emplazando a sí mismo y a sus familiares a sufrimientos innecesarios. El conde Tolstoi, de cuya herencia humanista los comunistas se apropiaron indebidamente, adaptando y desfigurando su discurso de acuerdo con sus intenciones, abdicó dos ventajas de la nobleza y fue a arar la tierra como labrador. Mejor sería si Marx hubiese seguido este ejemplo práctico y hubiese conocido en práctica el peso de una azada. Así habría comprendido realmente algo sobre el ser humano y pensaría mejor antes de hablar mal de los campesinos.

La esposa tampoco sabía administrar el dinero. Ella había recibido como “regalo” de su madre una empleada, Helen Demuth (más conocida como Lenchen), que hacía todo el trabajo de la casa y aún cuidaba de las finanzas de la familia, pero que nunca recibió un centavo por sus utilidades desde 1845 hasta el día de su muerte en 1890. en 1850 ella paso a ser la amante de Marx y tuvo un hijo ilegítimo con él, Freddy, que él nunca reconoció y que fue criado por una familia de obreros. Las omisiones del jede de familia en relación al trabajo provocaron la muerte de tres de sus hijos por desnutrición. Entonces le restaron tres hijas, a las cuales les negó educación y carrera a pesar de que eran inteligentes. Su hija favorita Eleonora, casada con el escritor político y radical Edward Aveling, que era satanista, cometió suicidio en 1898. En 1911 su hija Laura y su marido se suicidaron juntos. Su hija Jenny murió en 1882 un poco antes que él.

Según el escritor Paul Johnson, en su obra Intellectuals, había algo en el temperamento de Marx que no entraba en choque con las ideas expresadas en su obra; por el contrario, parecía ser el origen de ellas: su temperamento violento, autoritario y peleón, motivo por el cual casi fue expulsado de una universidad. Ya en su mocedad, cuando contaba con veinte años aproximadamente, evidenciaba este fuerte trazo de su carácter a través de sus poemas, que presentaban dos temas principales: Su amor por Jenny y la destrucción del mundo. Johnson afirma que “dos de estos poemas fueron publicado en el Athenaeum (Berlín 1841) bajo el título de Canciones Salvajes, donde, además de la salvajería. Él mostraba un pesimismo intensa en relación a la condición humana, fascinado por la violencia, pactos suicidas, pactos con el diablo”. Y que “el odio, la violencia y la visión apocalíptica de una catástrofe inminente del sistema social perneaban toda su obra.

Sin embargo, el coraje no era su fuerte, ya que se envolvía en conflictos y duelos y después se rehusaba cobardemente a batirse en duelo, incitando a sus asistentes a hacerlo. Uno de ellos, Konrad Schramm, batió duelo en su lugar, sin nunca haber usado una pistola y salió herido. Otro asistente, Gustav Techow asesinó por lo menos otro revolucionario rival de Marx y fue ahorcado por el asesinato de un policía.

La solidaridad tampoco era su fuerte. La mayor evidencia de este respecto fue su relación con Engels. El amigo se constituyó durante más de veinticinco años en el soporte financiero de la familia Marx, habiéndolo entregado más de la mitad de su renta total.

Sin embargo, el jefe de la casa no sólo se mostró grato como aún se acomodó a esa situación, olvidándose de los bríos y acostumbrándose a pedirle préstamos financieros, los cuales, en realidad nunca fueron reembolsados. Cuando la compañera de Engels falleció, este se encontraba desolado, pero Marx no se mostró capaz de expresar cualquier sentimiento de pesar por este hecho; al contrario, le envió una carta comunicándole que esta al tanto del hecho y, en seguida, yendo directo al asunto que le interesaba: El envío de una nueva remesa de dinero. El historiador Edmund Wilson comenta la correspondencia intercambiada por ellos a despecho del asunto:

“En el día siete de enero de 1863, la amante de Engels, Mary Bums, murió súbitamente de apoplejía. ‘No puedo siquiera exprimir lo que siento’, escribió Engels a Marx en una nota corta: ‘La pobre muchacha me amaba de todo corazón’. En su respuesta Marx se limito a comentar que la noticia le ‘sorprendió y chocó’, que Mary era ‘simpática, espirituosa y dedicada’, en seguida discurrió largamente sobre la miseria en que vivía, quejándose de la dificultad de obtener un préstamo en Londres (…) Engels sólo respondió el día trece a la carta que Marx le escribiera en el día ocho y en los siguientes términos: ‘Estimado Marx: ciertamente has de comprender que la desgracia que me acometió y su fría actitud en relación a esta me impidieron responderle antes. Todos mis amigos e incluso simples conocidos filisteos, supieron manifestar, en la que no podía sino avalarme profundamente, más solidaridad y amistad de lo que yo esperaba. Tu aprovechaste la oportunidad para demostrar tu manera orgullosa de encarar las cosas con frialdad’. (…) diez días más tarde Marx le responde, pidiéndole disculpas y diciéndole que se había arrepentido de la carta apenas la envió, pero que ‘bajo tales circunstancias yo no consigo recorrer a otra cosa a no ser el cinismo’. Y su falta de tacto y sentimiento es de tal forma que él se extiende por páginas y páginas quejándose de su situación y dando más o menos a encender que la carta salió como salió por la presión impuesta por su mujer”.

Este episodio causó en Engels una profunda indignación contra Marx y, a partir de ese entonces, la relación de los dos nunca más fue la misma. Engles fue según Johnson, la tercera gran víctima explotada financieramente por Marx; la primera fue la familia de la esposa y la segunda sus propios padres.

Un contemporáneo suyo, el anarquista Michael Bakunin, declaró a su respecto: “Si su corazón fuese tan fuerte como su intelecto yo lo seguiría a través del fuego. Pero le falta nobleza de espíritu. Estoy convencido de que una peligrosa ambición personal devoró todo lo que había de bueno en él. La adquisición de poder personal es el objetivo de todas sus acciones.

El triste saldo negativo

De todos estos conflictos y sufrimientos hubiesen resultado en algún bien para la humanidad, por lo menos tendrían algún sentido. Pero ¿qué es lo que Marx consiguió? Su doctrina no generó un mundo de fortuna y concordia y sí miseria, además del terror del régimen que más crímenes cometió en la historia. No generó la libertad, sino la opresión del individuo por el Estado absoluto; donde no importa lo que haya sido implantado, el Estado comunista se transformó en un insoportable y odioso monstruo de fierro controlador y patrullador de la vida individual, de las actividades y pensamientos humanos, como si no debiese servir a los hombres y sí ser servido y adorado por ellos. Marx creía que, siendo el Estado un instrumento de dominación al servicio de la clase privilegiada, debería desaparecer con la supresión de las clases sociales. Pero (¡cosa extraña!), precisamente resultó en lo opuesto: ¡el estado se fortaleció más allá de toda medida! ¿algo había salido mal? O ¿esto será la tal “dialéctica”?

Por otro lado, a final de cuentas, ni siquiera arañó el poderío de su archi enemigo. Por el contrario: el capitalismo nunca fue tan pujante. Y la causa de su radicalización y omnipotencia actuales fue sin duda la guerra fría. No fuese el pretexto de combatir la terrible amenaza comunista, el capitalismo no habría podido sembrar de forma tan eficaz por todo el mundo la creencia ideológica de que es la única forma posible de organización humana. Otro factor de la radicalización capitalista fue que el marxismo haya obstaculizado enormemente el diálogo entre las clases.

No hay nada de errado en organizar a los trabajadores, pero la predicación de la lucha de clases creó artificialmente un foso ideológico prácticamente insuperable entre empleados y patrones, predisponiendo ambos lados a la animosidad y a la desconfianza. Talvez si Marx no hubiese escrito ninguna línea, el capitalismo ya hubiera evolucionado para una forma más humana de convivencia, o habría sido superado. Y la previsible falencia del comunismo sirve aún como argumento complementar a las mentiras de los ideólogos del capitalismo. Hoy, que los comunistas no asustan más ni la Liga de las Señoras Católicas, estos mismo ideólogos se entregan al ridículo de citar Marx, ya sea para darse aires de “humanistas” o ya sea para resaltar, por el contraste, el valor de sus propias teorías.

¿Y el proletariado? ¿Qué es lo que Marx hizo por él? Nada además de acrecentar a su miseria material la miseria espiritual del resentimiento, de la revuelta y del rencor, que son apenas el otro lado de la ganancia y la avaricia capitalista, la imagen de las pasiones capitalistas reflejadas en un espejo, lo que muestra que ambos sistemas no son tan opuestos así. Son apenas manifestaciones de las mismas tendencias no humanas, cuyo combate Marx quiso postergar para después de la revolución y que no consiguió combatir en sí mismo.

Los Dos Demonios:
La verdadera historia del comunismo y del capitalismo

Demonio-Comunismo: Yo poseo la bomba atómica, puedo imponer el régimen capaz de destruir el don de los hombres que más me irrita.

Demonio- Capitalismo: Consta en los evangelio que nosotros, los demonios, somos los padres de la mentira y, por eso, no sé si debo creer en lo que dices. Talvez estés inventando una más de tus mentiras. Entre tanto, no puedo comprender tus palabras cuando afirmas pretender destruir el don de los hombres que más te irrita. ¿Qué don es ese?

Demonio-Comunismo: ¿No te das cuenta? Hablo del don de la libertad. La libertad de los hombres les permite escapar de mi imperio. Sin embargo, son tantos los desatinos que cometen en nombre de ella que muchos de los que izan su bandera acaban caminando para mí a ciegas. Lo mejor, pues, es precipitar esa marcha por la violencia y hacerlos esclavos de una vez.

Demonio-Capitalismo: Eres un demonio muy tonto con esa tu camisa de obrero. No puedes comprender mi filosofía de diablo rico, vestido elegantemente en medio a las personas finas. Pues la libertad es justamente el poder que los hombres poseen de transgredir as leyes morales. Si no fuese la libertad, ¿cómo podría yo alcanzar éxito en las tentaciones que sutilmente insinúo a los hombres, conduciéndolos al camino de la perdición?

Demonio-Comunismo: Más tonto eres tú, pues no ves que ese camino lleva a los hombres al reino que presido. Juzgas trabajar para ti, pero en realidad, trabajas para mí.

Demonio-Capitalismo: Trabajo para la Civilización Occidental Capitalista.

Demonio-Comunismo: y ¿Qué es la Civilización Occidental Capitalista?

Demonio-Capitalismo: Es algo como una cosa que existe sin existir.

Demonio-Comunismo: Y ¿trabajas para una cosa que existe y no existe al mismo tiempo?

Demonio-Capitalismo: Trabajo por lo que no tiene sentido.

Demonio-Comunismo: Si no tiene sentido. ¿Para qué sirve?

Demonio-Capitalismo: Sirve únicamente para que mi propio sentido prevalezca.

Demonio-Comunismo: Pues no veo sentido en tu sentido. No te defines, como yo, abiertamente. Las cosas que hago se dirigen a un fin: la destrucción del hombre, su transformación en una pieza mecánica, su degradación total. Bien sabes que desde el principio, cuando el demonio Luzbel nos alistó para la grand revuelta, cuyos episodios el escritor Milton describe con tanta elocuencia, el motivo principal de nuestra indisciplina fue el galardón que Dios otorgó a los hombres de que sean racionales y libres y, de cierta forma, superiores a los ángeles, porque en su naturaleza se debería operar el milagro de la Sagrada Alianza. Esta guerra, anterior a la creación del mundo visible y tangible, continúa hasta el día de hoy. Todo nuestro empeño debe estar en despojar a los hombres de su dignidad y de su humanidad, reduciéndolos a condiciones de simples animales.

Demonio-Capitalismo: Trabajas contra ti mismo, o mejor, juzgas trabajar por la esclavitud de los hombres, pero al mismo tiempo creas condiciones para que en ellos se despierte la razón. Porque, es justamente cuando el hombre se ve desvinculado de todos los bienes de la tierra y se siente humillado, ofendido, aplastado por el sufrimiento e impotente para hacer uso de la libertad, es que él se acuerda de lo que es, de dónde vino y para dónde va. Entonces, bajo el peso del dolor, el hombre renace. Y cuando esto pasa, él se escapa de tu dominio y del mío. Al contrario de ti, que impones el materialismo ateo, que creas el mito del colectivismo, que reduces a las personas a individuos y el individuo a nada, para que de la nada resurja la imagen auténtica del hombre, yo hice erguir en el puerto de Nueva York la estatua de la libertad y a la estatua le dí una interpretación en cuya amplitud traigo a los hombres esclavos de sí mismos. Tú construyes a los hombres, yo soy quien los destruye. En tu esclavitud hay un canto de esperanza, pero en mi libertad sólo hay una marcha fúnebre que persiste.

Demonio-Comunismo: Así dices, pero lo cierro es que, conforme ya te lo dije, trabajas para mí.

Demonio-Capitalismo: ¡Jamás! Te considero el peor de los adversarios, porque eres um traidor de Luzbel. Despiertas al hombre en el hombre. En cuanto a mi, hago que los entes humanos adormezcan. No es difícil para mí conseguirlo: me basta con enseñarles a cantar y danzar “rock” y otros ritmos frenéticos y hacer sonar la Trompeta de la Declaración de los Derechos por todos los cuadrantes, soplada en con toda fuerza en 1789 en Francia, en la Revolución Francesa. Subvertí todos los valores morales en el mundo de la inteligencia y de la sensibilidad mientras que los comerciantes, industriales, banqueros y políticos iban perdiendo, día a día, el criterio del bien y el mal. Engendré todas las formas de diversión y de placeres, desde las discotecas con sus músicas pops y los strep teases, hasta las famosas “casas de masaje” y los salones de baile, que se multiplicaron por el globo terrestre con luces oscuras y de colores bajo las cuales, prostitutas y mujeres casadas se encuentran en una promiscuidad ultramoderna. Encendí la pasión del juego, haciendo cantar a las ruletas y graznar las espátulas que arrecadan las fichas. Hice cartas de barajo, de cartón y plástico. Transformé el arte de la equitación en juegos desenfrenados. Desorienté el cine y el teatro a tal suerte de volverlos instrumentos de degradación humana. Por fin, contaminé todos los noticiarios, las revistas de TV y hasta los dibujos animados, con esto voy dejando multitudes imbéciles. Si nuestro fin es llevar a las almas al infierno, habrás de concordar que quien trabaja honestamente para Luzbel soy yo y no tú…

Demonio-Comunismo: Piensas que trabajas para ti, pero insisto en que, en realidad es para mí para quien trabajas. Si animalizas a los hombres y a las mujeres, no haces más que preparar mi adviento, mi victoria. El hombre sólo se esclaviza a mi imperio después de haberse convertido en esclavo de si mismo. El hombre conciente y despierto reacciona contra mí. Por consiguiente, todo tu esfuerzo redunda en mi beneficio. Pero te olvidaste de mencionar tu ciencia. Fue esta creación tuya que me facultó los medios de fabricar la bomba atómica, y la de hidrógeno, y la de neutrones…

Demonio-Capitalismo: Inventé las bombas para impedir que dominases esta parte del mundo donde ejerzo mi poder. Reconozco que eres violento, ¡oh! demonio de la estepa, diablo glacial ártico, espíritu rojo de más allá de los Urales, y que paseas hace siglos por Asia ahorcando, degollando, incendiando, oprimiendo… y, siendo tú violento, sólo por la violencia podrás ser dominado. Entonces, les ordené a mis científicos que se sumergieran cual buceadores hasta las profundidades de la materia y volviesen de allá trayendo en sus manos la fuerza invisible del átomo. Tal descubierta fue un éxito, y al volver, traían consigo este gran tesoro, al que considero mi mayor tesoro. Hice con él las primeras demostraciones en Nagasaki e Hiroshima, como bien sabes. Esto era apenas para que vengas a saber de mi poder. Pero no tengo algún interés en usar esta arma brutal. Sería representar la tragedia en que las almas son salvadas por el sufrimiento y poner fin a la comedia mecanicista montada por mí y que se constituye en la más eficaz forma de manipulación. Quédate tranquilo. Si para ganar tiempo predicas la paz y en seguida te preparas para la guerra, yo, por mí, deseo apenas la paz, la paz prolongada, la paz de los pantanos y de los cementerios donde se pudre el coraje humano, la paz del FMI, la paz de las presiones económicas, las superficialidades y la lascivia, donde no flamea la llama de la vida heroica y ni la del sueño. Que el mundo se decomponga en la paz de la ilusión: es mi deseo.

Demonio-Comunismo: Pero ahora, yo también poseo las bombas apocalípticas. Y esto, debo decirlo, gracias a ti. ¡No te espantes! Mientras tú querías domar la naturaleza y arrancar los recesos de la materia, la fuerza de la que tanto te enorgulleces, yo penetraba en el alma de tus científicos e iba a buscar una fuerza aún mayor: aquella que habita en las almas de los hombres. Me infiltré en tu imperio y conquisté a algunos de tus súbditos con falaces promesas de una existencia mejor y más justa y a los otros, les prometí una vida en que los instintos gozasen de la más plena libertad. Tú mismo me ayudaste a movilizar tales elementos, dándome para los primeros, argumentos de Rousseau, de Diderot, de Helvetius, de Saint Simon, de Fourier, de Ricardo y de Marx; y dándome para los segundos, la lógica agradable de Freud. Todo obra tuya. Y de esa forma, habiendo conquistado la simpatía de tus hombres, es entonces que ellos prontamente me revelaron los secretos de las fórmulas herméticas de la física nuclear. Y hoy puedo decirte, a ti, que eres el demonio del individualismo, del egoísmo, de la comodidad, de las diversiones, de las ambiciones, de los banquetes, de las fiestas y de los bailes, que yo, el demonio del colectivismo, de la brutalidad y del terror, estoy en igualdad de fuerzas contigo. Empatamos. Y en este empate, hay un victorioso: yo. Si no me crees, considera: porque eres el demonio de la desorganización y de la anarquía, del liberalismo sin frenos, del agnosticismo y de la lasitud y llevas al hombre a renunciar al uso de las fuerzas poderosas que habitan en su alma, los que te siguen son incapaces. Hay, de entre ellos, lo que son sublevados y estos me pertenecen. E incluso aquellos de espíritu justo, que rechazan tu imperio pero están interiormente petrificados por el materialismo, habrán de ser conquistados por mí, para que en tu fortaleza vengan a ser verdaderos caballos de Troya. Entonces, como ves, si es verdad que fuiste el primero a echar mano en las grandes armas. Para dominar todo, a mí me bastan las almas, ¡mi triunfo es, pues, inevitable!

Demonio-Capitalismo: Nuestros métodos son diferentes. Sin embargo, deseamos la misma cosa, la victoria de Luzbel. Y tendrás que admitir que, si yo venzo, él será vencedor. Pero si veces tú, él jamás vencerá. El sufrimiento salva a los hombres, los placeres los pierden.

Demonio-Comunismo: viéndote proferir tales palabras, me siento como si estuviese contemplándome en un espejo…

Demonio-Capitalismo: También siento lo mismo yo al contemplarte.

Demonio-Comunismo: Y ¿qué crees que esto pueda significar?

Demonio-Capitalismo: ¿Por ventura, no tú no serías mi propia persona?

Demonio-Comunismo: Sospecho que somos la misma persona. (Los dos demonios se aproximan y se funden en un mismo demonio)

El Demonio: Si, soy yo quien estoy hablando conmigo mismo. Y ahora que soy uno sólo, veo los enigmas deshacerse. Y temo. Temo, porque en las penumbras del siglo, presiento el renacer del gran sol, aquel mismo que hace dos mil años iluminó el mundo romano. ¡Rayos, truenos y centellas! ¿de qué me vale mi vasto arsenal de artimañas, si ya no puedo detener su luz? Nacerá del horizonte del tedio del Occidente y extenderá sus rayos a lo lejos, hasta el recóndito Oriente. Y, en la plenitud del día, habrá seres humanos sobre la tierra.

Read more »

viernes, 7 de septiembre de 2012

La verdadera memoria histórica: Tres días decisivos en la vida del General Franco


Jaime Bel Ventura.-

El problema residía en encontrar una excusa creíble para que el general Franco dejara su puesto en Tenerife y se desplazara a Las Palmas de Gran Canaria. Franco se encontraba estrechamente vigilado por oficiales del SIM (Servicio de Inteligencia Militar) leales al Frente Popular. El fallecimiento accidental del general Amadeo Balmes Alonso, comandante militar de Las Palmas, el 16 de julio aportó a Franco la coartada perfecta para viajar desde Tenerife donde se encontraba oficiosamente desterrado y vigilado.

El Gobierno frentepopulista encomendó a Franco la presidencia de la misa funeral y abrir una investigación sobre la muerte del general Balmes. Franco viajó a Las Palmas a primeras horas de la mañana del 17 de julio para asistir al funeral y se hospedó en el Hotel Madrid. Aproximadamente a las tres de la madrugada del día 18 de julio el coronel Seguí informa telefónicamente a Franco de que la tarde anterior, es decir, un día antes de lo previsto («el 17 a las 17», había sido la consigna), se había alzado el Ejército de África en Llano Amarillo, Melilla, y que el golpe había estado protagonizado, entre otros, por los coroneles Yagüe en Melilla, y Sáenz de Buruaga, Asensio y Beigbeder en Tetuán.

¿Pero qué pasó desde que Franco entrara por La Isleta en la mañana del viernes día 17 de julio hasta su salida del aeropuerto de Gando al mediodía del 18? Muchas son las hipótesis que se han barajado, no todas son ciertas, aunque estén profusamente adornadas de épicos ribetes novelescos. Hagamos un somero repaso a los hechos probados.

Franco en Las Palmas de Gran Canaria

En la madrugada del 17 de julio, el general Franco, se desplaza al puerto de Tenerife donde se embarca en el correo interinsular «Viera y Clavijo» y se dirige rumbo a Las Palmas de Gran Canaria. Como ya se ha dicho, el gobierno del Frente Popular le ordena que se persone en los funerales del general de división Amadeo Balmes Alonso el cual había fallecido el día anterior a consecuencia de las graves heridas causadas por un desgraciado accidente mientras manipulaba una pistola encasquillada durante unos ejercicios de tiro. Además, es el mismo gobierno quien encarga al general Franco abrir una investigación para esclarecer el suceso de la muerte de su compañero de armas.

La manipulación y tergiversación de algunos historiadores sectarios quieren, ahora, hacernos creer que el general Balmes no murió accidentalmente sino que se pudo tratar de un suicidio inducido por terceras personas, e, incluso, un asesinato premeditado al oponer resistencia a las intenciones golpistas de unos involucionistas que aún no se habían pronunciado. El prestigioso historiador e hispanista Paul Preston, especialista en la Guerra Civil española, ha aseverado en múltiples ocasiones con respecto a la muerte del general Balmes: “Hoy es virtualmente imposible afirmar si su muerte fue un accidente, un suicidio o un asesinato”.

Algunas preguntas se me vienen a la mente al hilo de la polémica levantada por estos manipuladores de la Historia, maniqueos e intolerantes, que han sabido bucear en las aguas mansas de una dictadura de la que se sirvieron y en la que se formaron, y en las actuales aguas revueltas de la mal llamada “memoria histórica” de unos inflamados progresistas de izquierdas.

¿Si el gobierno del Frente Popular hubiera tenido la más mínima sospecha de que la muerte del general Balmes no fue fortuita y pudo deberse a la intervención de militares involucionistas, hubiera encomendado la investigación de tan luctuosos hechos al general Franco del cual sospechaban era uno de los cabecillas del golpe en ciernes? ¿No hubiera sido más lógico -caso de que esas sospechas hubiesen estado fundadas y fuesen reales-, enviar a un comisionado del gobierno desde Madrid para hacerse cargo de la investigación? De sospechar de Franco ¿no hubiera sido lo más normal ordenar su detención preventiva hasta el esclarecimiento total de los hechos en lugar de ordenarle presidir los funerales y los honores al militar fallecido? Querer hacer coincidir anécdotas fortuitas con sospechas infundadas por simple animadversión hacia una de las partes no es labor de un investigador serio de la Historia sino obra de mentes perversas y revanchistas cuyas motivaciones rencorosas van más allá de la propia historia en sí.

Los hechos probados

A su llegada a La Isleta, el militante anarquista, Amadeo Hernández, intentó atentar contra la vida del general Franco pero, por suerte, fue detenido por el policía secreto Luis de Teresa al observar que este delincuente esgrimía una pistola.

Después del incidente, el general Franco, se dirigió al Hotel Madrid cercano al parque de San Telmo donde se encontraba el Gobierno Militar. En esas dependencias militares le aguardaban su esposa Carmen Polo, su hija, su ayudante y primo hermano teniente coronel Franco Salgado-Araujo y el comandante auditor Martínez Fuset, junto a ellos hay cinco escoltas de su confianza como protección.

En el transcurso de la mañana tiene un breve encuentro con el cónsul de Gran Bretaña en las islas cuestión que ha levantado sospechas en aquellos que quieren ver en ese acto de cortesía la complicidad de los ingleses en los planes del general Franco.
Un poco más tarde, Franco abandona el Hotel Madrid para dirigirse hacia donde se celebran los solemnes funerales por el fallecido Balmes en el cementerio de San Cristóbal de Las Palmas. Una multitud acompaña a las exequias fúnebres donde también está organizado un desfile de las tropas de honores, con banda de música y crepones negros. El féretro va cubierto con la bandera tricolor de la República.

Por la tarde acude a una finca en Tafira donde se reúne con algunos compañeros de armas que están, como él, confabulados en la conspiración. Ultima con ellos los detalles de su salida de la Isla, especialmente con el general Orgaz, hombre de su entera confianza.

Entrada ya la noche Franco y sus escoltas acompañan a su familia, junto a sus ayudantes, hasta el guardacostas «Arcila», atracado en el puerto de Las Palmas, donde pasarán la noche según consta en el libro escrito por Sergio Millares, Alberto Anaya y Miguel Suárez que lleva por título «De la República a la Guerra Civil en Las Palmas».

El gobernador civil de Las Palmas, el socialista, Antonio Boix Roig recibe esa misma noche del 17 un cablegrama desde Madrid enviado por su partido, el PSOE, donde se le advierte de la inminencia de un golpe militar presumiblemente iniciado ese mismo día –las noticias aún son confusas-, en el norte del Protectorado español de Marruecos. Inmediatamente pone sobre aviso a sus compañeros de la Federación Obrera Socialista que están celebrando un pleno en la Casa del Pueblo en La Isleta.

En Madrid están muy nerviosos aunque no acaban de dar crédito a las confusas noticias llegadas desde Unión Republicana de Melilla que dice haber sido alertada por la delación de un falangista traidor llamado Álvaro González, el cual les había informado de los hechos acontecidos en las maniobras de Llano Amarillo.

El propio presidente del gobierno, Santiago Casares Quiroga, al ser informado por unos reporteros de Unión Radio, se pone inmediatamente en contacto telefónico con el general Gómez Morato, general en jefe de las tropas africanas, al cual encuentra disfrutando de una feliz velada sabatina en las instalaciones del Casino de Larache. Dicho general informa al presidente del gobierno que nada sabe de lo que le acaba de comunicar pero que indagará la veracidad de la noticia sin darle mayor importancia aunque, a pesar de ello, abandona la fiesta y se dirige en avión hacia Melilla.

Algo más calmado, el presidente del gobierno, abandona a altas horas de la madrugada las dependencias del Consejo de Ministros y al ser inquirido por los periodistas sobre el levantamiento militar en África les contestó: «¿Qué se ha levantado el ejército en África?… Pues bien, yo me voy a acostar, señores.»

La policía gubernamental pone cerco al general Franco

El gobernador civil envía a unos policías para que vigilen cautelarmente los movimientos del general en el hotel. El Jefe de la Policía Municipal, Alberto Hernández –fusilado en los primeros momentos del Alzamiento- y el policía secreto Nicolás Ballester acuden al Hotel Madrid. Boix Roig recibe órdenes explicitas desde su partido en Madrid para que detenga al general Franco, pero éste, más astuto que ellos, se había refugiado en el Gobierno Militar en el parque de San Telmo.

Ante los intentos fracasados de detener a Franco, el jefe de la Guardia Civil de Las Palmas, teniente coronel Emilio Baraibar, recibe instrucciones instándole a la desobediencia en el caso de que le ordenen adherirse al intento involucionista. Baraibar acata la orden y se traslada, con todas las fuerzas bajo su mando, a la calle de Triana, donde se encuentra el Gobierno Civil, con el fin de defender la legalidad republicana vigente y se encierra con todas ellas. Otro tanto hace el teniente de la Guardia de Asalto Marín que también se encierra con la totalidad de los hombres a su cargo.

Entre las cinco y seis de la madrugada del 18 de julio, el general Luis Orgaz, uno de los jefes militares comprometidos con el golpe de Estado, camina unos metros por la calle de Triana para ir al Gobierno Civil y anuncia la próxima proclamación del Estado de Guerra. Conmina al gobernador civil a que ceda el mando de las fuerzas a lo que Boix Roig se niega con total rotundidad. A las 06:00 horas de la mañana, Franco firma el Bando del Estado de Guerra conocido como: «Manifiesto de Las Palmas».

Carmen Polo y su hija abandonan, junto a Martínez Fuset, el guardacostas donde habían pernoctado y trasbordan al buque alemán Wadras que las llevará hacia un país extranjero.

Franco temía un posible fracaso del levantamiento y estaba decidido a proteger a su familia con la ayuda y subvención que el multimillonario Juan March el cual puso una cuenta a su nombre en el extranjero con medio millón de pesetas de la época. Franco cree controlada la situación y necesita con urgencia ir al aeropuerto de Gando para dar el salto a Marruecos y encabezar la sublevación contra la República. Se dirige al embarcadero del parque de San Telmo para abordar el remolcador España con el propósito de llegar por mar al aeropuerto pues había descartado -como medida de seguridad- ir por carretera dados los rumores que existían sobre la preparación de una emboscada contra él por parte de los milicianos ´El Corredera´, el Casimiro, Elsa Wolf, Juan del Peso y otros quienes habían cortado la carretera en Telde -a la altura de Jinámar-, aunque más por temor a la llegada de soldados que a la de Franco, pues eran pocos quienes conocían sus movimientos inmediatos.

Franco logra salir de Las Palmas

Existe mucha tensión porque Franco se escapa. Dirigentes republicanos entre los que se encontraban Arturo Camino, Masmano Pardo y otros, aconsejan al gobernador civil de Las Palmas, Boix Roig, que ordene disparar contra el remolcador España a su paso por mar a la altura de la sede del Gobierno donde existen ventanas orientadas hacia el mar. Tanto el gobernador Boix Roig como el teniente coronel Baraibar se niegan a disparar. Este hecho hizo que el futuro vencedor de la contienda no mandara fusilar ni a Boix ni a Baraibar.

El general Luis Orgaz, militar monárquico destinado en Canarias al igual que Franco, se queda al mando de la rebelión golpista en la isla y ordena emplazar dos cañones que apunten en dirección al Gobierno Civil. Orgaz manda ocupar los principales puntos estratégicos de la ciudad, entre ellos el Ayuntamiento, donde se atrincheró un grupo de guardias municipales al mando de su jefe, Alberto Hernández al que hace fusilar sumariamente. El resto de la ciudad siguió la consigna de huelga general convocada por la Federación Obrera Socialista, sin embargo, solamente se produjeron escasos conatos de resistencia en lugares como Telde, La Palma y Gomera.

Franco llegó a Gando donde esperaba el avión para partir rumbo a Tetuán con el fin de ponerse al mando del ejército de África. Tal y como estaba previsto, el hidroavión Dragón Rapide que había partido del aeropuerto de Croydon, en Londres, el 11 de julio con siete personas a bordo estaba esperando a un octavo e importante pasajero. Cuando éste subió a la nave fue saludado por el capitán piloto Cecil W.H. Bebb; por el comandante Hugh Pollard –que posteriormente sería destinado al MI6 en 1940-; por las jóvenes Diana Pollard y Dorothy Watson que creían estar de viaje turístico; y por Luis Bolín, su enlace. El general devolvió amablemente el saludo e inmediatamente procedió a cambiarse el uniforme militar por ropa civil ya que el avión tenía previsto hacer escala de repostaje en Casablanca dentro del territorio del protectorado francés y temía una posible captura o un aviso a los republicanos. Fuentes oficiosas dicen que llegó a quitarse el bigote para camuflarse. Franco, astuto, mandó al piloto sobrevolar el aeropuerto de Tetuán, no sabía si había triunfado totalmente la insurrección y podía correr el riesgo de ser detenido al aterrizar. Solo cuando el general observa desde el aire al coronel legionario Eduardo Sáenz de Buruaga, alias “el Rubio”, afin al Alzamiento Nacional, autorizó el aterrizaje al piloto. Ya había despuntado el 19 de julio y en España empezaba un nuevo amanecer.

«Así es la historia y así se la hemos contado», lema utilizado por el excelente periodista Ernesto Sáenz de Buruaga al terminar sus telediarios. Este gran profesional es hijo del ya fallecido coronel legionario apodado “el Rubio” que dio la bienvenida a Franco cuando el hidroavión tomó tierra en el aeropuerto de Tetuán.

Afortunadamente estos historiadores tan poco rigurosos no han culpado al general Franco de ser el que diera las órdenes para asesinar a José Calvo Sotelo cuya muerte -terrorismo de Estado- que fue el verdadero detonante del comienzo de la guerra civil, aunque prefiero no darle ideas a aquellos que aún mantienen que fue Franco el único instigador de la guerra cuando, por poco que se estudie, se sabe que fueron los miembros de la UME, con Emilio Mola «El Director» a la cabeza, quienes orquestaron y gestaron el Glorioso Alzamiento Nacional.

Read more »