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lunes, 13 de octubre de 2008

Moderados y extremistas

13 de Octubre de 2008

Pío Moa
Debe de ser la penúltima consigna de Pepiño el Corruto, ese prodigio del intelecto: los moderados son quienes, como Zapo, están hundiendo la constitución, vulnerando la ley, imponiendo una corrupción generalizada, compinchándose con los terroristas, imponiendo una Educación para el choriceo y una "memoria" chekista, los que festejan al héroe de Paracuellos y destrozan la independencia judicial y balcanizan el país. Y, por supuesto, los del PP futurista y hedonista, muy dispuestos a "adaptarse": moderados todos.

Los extremistas somos los que defendemos la constitución, la igualdad de derechos de los ciudadanos en toda España, la igualdad ente la ley, la limitación del poder o la integridad de España.

Es la absoluta corrupción del lenguaje, la misma del proceso de "paz", de la alianza de "civilizaciones", de la educación para la "ciudadanía", de la memoria "democrática"... El método funciona siempre igual: la URSS del Gulag era "la democracia más auténtica y avanzada", Hitler estaba obsesionado por "una paz justa y duradera", etc. etc.

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Importancia de la historia

Hace algún tiempo señalé que la historia debiera formar, con la lengua y las matemáticas, las tres columnas de la enseñanza básica. Alguien objetó que ello se debía a que yo me dedicaba a la historia, pues otros propondrían el arte, o la filosofía, etc. Pero hay muchas razones por las que la historia tiene una importancia especial. Ante todo, todas las actividades humanas tienen historia, se desarrollan en el tiempo, y cuando se explica cualquier cosa al margen de ella, la comprensión queda siempre mutilada. En otro sentido nos informa, por ejemplo, de muchos condicionantes del ser humano, su carácter contradictorio y desigual, de la importancia y el peligro del poder, etc.

Y, en un plano más práctico e inmediato, ayuda a evitar la atracción de la charlatanería iluminada. Siempre, pero quizá sobre todo en los últimos dos siglos, ese tipo de charlatanería ha hecho furor: personajes que, ignorantes de la historia, encontraban la varita mágica para suprimir los males del ser humano, generalmente apoyándose en el grupo social supuestamente mejor de él, contra los culpables. Así el "pueblo", el proletariado, la juventud, los pueblos "oprimidos", la mujer, los niños, los homosexuales... últimamente, hasta los simios. El iluminado de turno se siente identificado y protector de esa parte inocente y sufriente, asegura representarla, se indigna ante las injusticias que sufre, propone recetas para cambiar radicalmente las cosas y llegar finalmente a una paz, bondad, igualdad y "autorrealización" perdurables. Ignorantes también de sí mismos, esos sujetos se imaginan moralmente muy superiores. Por supuesto, quienes pongan en cuestión sus majaderías cargarán con todas las maldiciones, acusaciones y palabras-policía que se les ocurran: "enemigos del pueblo", de "la naturaleza", "fanáticos anticomunistas", "retrógrados", "homófobos", "machistas", "imperialistas", "explotadores", etc. Y tratan de silenciarlos de un modo u otro, pues ¡está tanto en juego! El futuro de la humanidad, nada menos, cuya clave ellos han encontrado.

En cierto modo se trata de pintoresquismos, de reacciones pueriles ante la realidad, que aspiran a cambiar con fórmulas mágicas cargadas de moralismo vacuo. Pero la historia demuestra bien su capacidad de atracción sobre el deseo primitivo de librarse de una vez de los males y peligros de la vida, encontrando por fin al culpable de ellos. Las catástrofes que en la historia han provocado estos iluminados nunca les disuadirán, cambian de aspecto como Proteo y siempre son lo mismo...


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