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miércoles, 10 de octubre de 2012

“El único Ejército Popular fue el de Franco, que tuvo infinitamente más voluntarios que el rojo”

Voluntarios requetés de origen navarro reciben la bendición antes de entrar en batalla.
Voluntarios requetés de origen navarro reciben la bendición antes de entrar en batalla.
Por Francisco Alamán Castro.- Estamos acostumbrados a que frecuentemente se llame, con gran frescura por la progresía patria, al ejército de la República el “Ejército Popular”.
Se supone que un ejército popular es el compuesto, en su mayoría, por individuos voluntarios, no obligados a ir a la lucha, ni tampoco a combatir a la fuerza.
Si esto es verdad, el Ejército Popular de verdad era el nacional, pues tuvo infinitamente más voluntarios que el rojo, y sus voluntarios fueron a la lucha y combatieron porque quisieron.
Durante toda la guerra la República movilizó 27 reemplazos, del 1941 al 1915 y los nacionales 14, del 1939 al 1926. Como se ve los movilizados forzosos fueron casi el doble. El número de hombres que lucharon en cada bando fueron: 1.260.000 los nacionales y 1.750.000 los rojos, sin contar los extranjeros. Salas Larrazabal, Los datos exactos de la Guerra Civil, Madrid, Drácena, 1980, p.288.
Evidentemente los nacionales tuvieron más voluntarios que los rojos, pues no tuvieron necesidad de movilizar tanta gente forzosa como los republicanos. Los voluntarios siempre son pueblo, es imposible que todos fueran gente rica. Por tanto había más pueblo con Franco que con la República.
Demos alguna pincelada: El 18 de julio se levantaron en Navarra 6.000 requetés, todos voluntarios, tantos que no tenían fusiles para todos. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona, 1976, p. 264. Mi suegro con diez y seis años, no eran ricos ni marqueses, se escapó de casa para irse al frente, le devolvieron porque ya tenía tres hermanos peleando por España y su padre le vio.
El 25-7-36, Mola, sobre las Vascongadas, manda una columna de 3.430 hombres casi todos voluntarios, lo mismo que los 1.200 que fueron a Zaragoza. H. Thomas, La guerra civil española, p. 343.
Le preguntan a un requeté a quien tienen que avisar si lo matan y contesta: “A mi padre, José María de Hernandorena, del tercio de Montejurra, de 65 años de edad. ¿Y si también él hubiese muerto? A mi hijo, José María de Hernandorena, del tercio de Montejurra, de 15 años de edad”. H. Thomas, La guerra civil española, p. 554. Oviedo es defendida por 2.300 hombres, 860 voluntarios. H. Thomas, La guerra civil española, p. 417.
El 16-8-36, la República intenta tomar Mallorca, es defendida por 3.500 hombres más de la mitad voluntarios civiles. H. Thomas, La guerra civil española, p. 414.
En el invierno de 37 tenían los nacionales un centenar de batallones de voluntarios (unos 70.000 hombres) y unos 4.000 oficiales de las mismas características. H. Thomas, La guerra civil española, p. 554.
“La rebelión de las derechas fue, en muchos aspectos una rebelión juvenil”. H. Thomas, La guerra civil española, p. 357,8.
En el bando rojo al principio los voluntarios también fueron muchos, posiblemente tantos como los nacionales, pues estaban más organizados por sus sindicatos y partidos, que ya se preparaban para la guerra desde hacía mucho tiempo. Sino véase: Como consecuencia de la unión de las Juventudes socialistas y comunistas en la primavera del 36, se crean las MAOC (Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas). Su primer alarde lo hacen en Badajoz (18-5-36).
Antonio Mije, dirigente comunista lo preside: “Vanguardia del Ejército Rojo… Yo supongo que el corazón de la burguesía de Badajoz no palpitará normalmente desde esta mañana al ver cómo desfilan por las calles con el puño en alto las milicias uniformadas; al ver cómo desfilaban esta mañana millares y millares de jóvenes obreros y campesinos, que son los hombres del futuro ejercito rojo…
Este acto es una demostración de fuerza, es una demostración de energía, es una demostración de disciplina de las masas obreras y campesinas encuadradas en los partidos marxistas, que se preparan para terminar con esa gente que todavía sigue en España dominando de forma cruel y explotadora”, (el PCE había creado sus milicias en el 33)… “En España muy pronto las dos clases antagónicas de la sociedad han de encontrarse el vértice definitivo en un choque violento, porque la Historia lo ha determinado así”. Claridad, 19-5-36. Alardes similares se hicieron en el resto de España durante la trágica primavera del 36, todas ellas debidamente autorizadas y animadas por el Gobierno del Frente Popular.
Nos cuenta Azaña: “Millares y millares de combatientes voluntarios prefirieron alistarse en las milicias populares, organizadas… por los sindicatos y partidos… nadie estaba sujeto a la disciplina militar”. Azaña, Obras Completas, Giner, Madrid, 1990, V.III, p.488.
Los milicianos cobraban 10 pesetas diarias, eran los soldados mejor pagados de Europa. Los legionarios y moros, 5 pesetas. H. Thomas, La guerra civil española, p.320.
Azaña escribía: “para estimular la recluta, se asignó a cada soldado diez pesetas diarias, paga cinco veces mayor que la concedida habitualmente a la tropa… representó para el Tesoro Público una carga exorbitante”. Azaña, Obras Completas, V.III, p. 488.
La República intentó ganarse a las tropas marroquíes sin resultado. H. Thomas, La guerra civil española, p.400. Se les ofrecían 12 ptas, como a los de las Brigadas Internacionales.
Pero muy pronto en el bando rojo las cosas cambiaron sensiblemente. Así, Zugazagoitia, importante líder del PSOE, nos contaba en noviembre del 36. “Los sujetos, por edad, a la obligación militar, una vez rescatados de los cuarteles por los milicianos, se iban a sus casas, entendiendo que la guerra no iba con ellos… Hubieron de ser reclutados nuevamente a la fuerza. EL CÓDIGO DE JUSTICIA MILITAR SE ENDURECIÓ HASTA EXTREMOS NUNCA ANTES VISTOS”. J. Zugazagoitia, Guerra y vicisitudes de los españoles, París, Librería española, 1968, p.101.
También pronto escribía Azaña (26-7-37): SE RECRUDECIÓ LA DISCIPLINA MILITAR. Giral (Jefe del Gobierno) le contaba, que LA MITAD LAS BAJAS SUFRIDAS EN BRUNETE “ERAN DESERTORES MÁS O MENOS DISIMULADOS”. EN CATALUÑA SE MULTIPLICABAN LOS “EMBOSCADOS”, perseguidos implacablemente, que huían al monte. M. Azaña, Memorias de guerra, p.243. S. Juliá y otros, Víctimas de la guerra, Madrid, Temas de hoy, 1999, p.253 y ss.
Decía Azaña en su diario el 21-11-37: “He recibido… la memoria del teniente coronel Buzón sobre lo ocurrido en el norte… mejor que extractarlo, prefiero dejarlo unido a estos apuntes”.
Informe de la pérdida del Norte que rinde el Jefe del Estado Mayor de Asturias, Francisco Buzón Llanes, al Presidente de la República. (A.G.L.- D.R.- Ejército del Norte – L. 853 – C. 8.). Valencia, 21-11-37: “Otro elemento que defraudó fueron LOS FAMOSOS MINEROS, AL PRINCIPIO COGIERON LAS ARMAS Y SE BATIERON, PERO CUANDO LA GUERRA SE ALARGÓ SE CONSIDERARON INDISPENSABLES EN SUS MINAS, DE LAS QUE NO SALIERON hasta agosto para hacer trabajos de fortificación. Con ellos y los emboscados en las Consejerías (entre ellos 2 hijos de Belarmino Tomas a quienes también nombra, qué cuando las cosas empezaron a ponerse mal se fueron) (*) se hubieran podido movilizar 20.000 hombres… HA HABIDO CASOS DE PONER LAS AMETRALLADORAS DETRÁS DE NUESTRAS LÍNEAS, amenazando a quienes las defendían, o a quienes las abandonaban”. (*) Todos los hijos de Ortega y Gasset y de Pérez de Ayala que estaban en Francia vinieron a pelear con Franco, no pasó nada similar con los hijos de los capitostes del Frente Popular.
Los voluntarios regresaban decepcionados, LAS DESERCIONES FUERON EN AUMENTO. J. Gurney (brigadista comunista), Crusade in Spain, Londres, 1974, p.53. Citados por H. Thomas, La guerra civil española, p.838,840.
Se puede notar que Franco además de tener más voluntarios durante toda la guerra, estos cobraban muchísimo menos, es claro que no iban por la paga, ni siquiera los moros, que habrían ganado el doble. Lo que no está tan claro era lo de los voluntarios de la Brigadas Internacionales que cobraban 12 pts, un obrero europeo especialista, en esa época cobraba 6.Comenta R. Pérez las Clotas, La Nueva España, 13-7-03, p.65, el libro “A ras del suelo”, Historia social de la República durante la guerra civil, de M. Seidman, profesor de la Universidad de Carolina del Norte (USA), en el que se dice:
La defensa de Madrid atribuida a las masas populares, formando parte de la mitología de Frente Popular, nada se acerca a la realidad. Pocos madrileños se movilizaron voluntarios en los primeros días. Las tropas empleadas en los combates fueron, en gran medida, las ya encuadradas en unidades procedentes del frente de Extremadura (eran los primeros milicianos, esos sí eran voluntarios, pero a los tres meses si te vi no me acuerdo), los catalanes anarquistas al mando de Durruti (lo mismo que los anteriores) y la BBII. “en noviembre del 36 los nacionales llegaban a las puertas de Madrid. La capital no sería salvada por los madrileños, sino por las fuerzas que llegaban de las sierras de Levante, de La Mancha, de Cataluña, de Andalucía”.
Evidentemente en los primeros tiempos los militantes políticos y sindicales participarían de manera intensa, pero su entusiasmo se fue apagando: “Muchos, sino la mayoría de los trabajadores y campesinos convertidos en soldados, no eran militantes, sino más bien oportunistas que se afiliaron a los partidos y sindicatos no desde la convicción, sino más bien porque necesitaban un carné, sea el que fuese”. “Lo que hacía al Ejército Popular de la República el mejor pagado del mundo”. Un dato escalofriante: “. Muchachos de quince años eran traídos por sus padres para que fueran alistados, evidentemente por las diez pesetas diarias que constituían la paga del miliciano y, también, a causa del pan que, como tales, recibían en abundancia y podían llevar a sus hogares”, G. Orwell, Homenaje a Cataluña, p.7.
Capítulo ocultado (por la progresía patria) que el autor subraya, es el de las deserciones y las automutilaciones, “muy abundantes en el Ejército Popular” Las automutilaciones eran tan generalizadas que los médicos republicanos las calificaban de “herida contagiosa”, y como consecuencia las autoridades dieron orden de no evacuar del frente a ningún herido en estas circunstancias. Como resultado las amputaciones por gangrena fueron numerosas.
De los 600 juicios celebrados en Gijón por los tribunales populares, entre noviembre del 36 y la caída del frente (octubre del 37), el 58% fue por deserciones y el 9,5% por automutilaciones, el dato lo recoge el autor del trabajo “Auditoria de guerra en Gijón” (rojos), Cristina Almendral.
La reflexión final del libro no puede ser más desoladora. Pasados los primeros tiempos de euforia la mayoría de los milicianos no luchaban por sus ideales, si es que alguna vez los hicieron, sino por su mera supervivencia.
Aconsejaba pronto (habían pasado 3 meses y poco de guerra) y sabiamente El Socialista (1-11-36), a sus milicianos voluntarios: “Consejos útiles para los milicianos en los frentes: Miliciano desertor del frente: huyes ante el enemigo por temor a que una bala te mate… de cada cinco mil balas solo una hace blanco… si desertas… el Gobierno puede fusilarte. ¿Que prefieres: que una de las cinco mil te hiera, o que té mate la única que dispara el pelotón de ejecución? La elección no es dudosa. ¡No huyas, pues, miliciano!”. D. Ibárruri y otros, Guerra y revolución en España, 1936-39, V.I, p.293.
A los voluntarios extranjeros las cosas no les iban mejor. A los brigadistas no se les dejaban volver a su patria. Habían firmado que podrían regresar a los tres meses. El castigo por desertar era muerte o el confinamiento en un duro campo de reeducación. No obstante había deserciones. H. Thomas, La guerra civil española, p.656.
Las Brigadas Internacionales cada vez tenían menos reclutas extranjeros. P. Spriano (comunista), Historia del PC italiano (El Frente Popular, Stalin, la guerra), Turín, 1970, V.III, p.226.
Marty (Carnicero de Albacete) jefe de las Brigadas Internacionales, en un informe al Comité Central del PC francés, el 15-11-37, decía: “no vacilé y ordené las ejecuciones necesarias… Las ejecuciones ordenadas por mi no pasaron de quinientas” ¡Alma de Dios! Como se nota fue muy discreto. No cuenta nada de las ordenadas por mandos inferiores. A los brigadistas, nada más llegar, se les quitaba el pasaporte para que no pudiesen desertar y refugiarse en sus embajadas.Decía el brigadista norteamericano Sandros Voros en la retirada de Teruel: “El terror cunde en la Brigadas Internacionales… Los líderes… confían sobre todo en el terror.
Oficiales y soldados son implacablemente ejecutados siguiendo sus órdenes. El número de víctimas es particularmente elevado entre polacos, eslavos, alemanes y húngaros… son ejecuciones sumarias”. B. Bolloten (*), La guerra civil española. Revolución y contrarrevolución, Madrid, Alianza, 1989, p.865. Corresponsal de la pro-comunista United Press, dice Constancia de la Mora Maura, jefa de la Oficina de Prensa Extranjera Republicana. Autobiografía, In place “of Splendor” (Doble esplendor), p.279-81. (*) Periodista inglés, nacionalizado posteriormente USA, que vino como corresponsal rojo de la muy roja United Press, y se fue azul. ¿Qué vería?
El 7-3-38 Franco inicia la ofensiva en Aragón. Se hunde el frente guarnecido por Lister, éste, para cubrir sus propias responsabilidades, fusila a algunos jefes comunistas de su tropa. J. Martínez Amutio (socialista, gobernador de Albacete), Chantaje a un pueblo, Madrid, 1974, p.266.
La BI XIII huyó. Marty intenta parar la desbandada fusilando arbitrariamente a tropa y oficiales”. J. Peirats (líder anarquista), La CNT en la Revolución Española, Toulouse, 1952-53, V. III, p. 251.
Corre el año 38. La represión sobre los reclutas fue terrible, ejemplo típico fue el de la 77 brigada mixta, se reorganizó con reclutas catalanes, fueron fusilados en dos meses más de 600, con lo cual tuvo que ser reorganizada de nuevo sin haber entrado en combate. Causa General, Madrid 1944, cap. X, p.307.
En la batalla del Ebro los rojos fusilaban a los oficiales y soldados si retrocedían, los sargentos recibieron órdenes de fusilar a sus oficiales si daban orden de retirada. Lister ordenó “quien pierda un palmo de terreno… será ejecutado”, amenaza que se cumplió a menudo, los nacionales encontraron bastantes tiradores de ametralladora encadenados a sus armas. Estas órdenes fueron muy frecuentes en los diversos mandos. J. Peirats, La CNT en la Revolución Española, Toulouse, 1952-53, V.III. p.278.
A la simple inspección de los hechos, pienso que nuestra progresía, si es honrada, que seguro que lo es, debería de hablar de dos Ejércitos Populares hasta la Navidad del 36, como mucho y a partir de esa fecha, de uno solo, el Nacional, qué nunca asentó ametralladoras detrás de sus soldados para tirar sobre ellos, ni puso anuncios en los periódicos para que sus soldados no desertasen. Cosa que sí se dio, desde muy pronto y con harta frecuencia, en el otro bando.
*Coronel de Infantería y colaborador de AD. Cuenta entre sus condecoraciones con la Gran Cruz de caballero de la Orden de San Hermenegildo a la Constancia Militar, dos cruces al mérito militar de 1ª clase con distintivo blanco, una medalla de sufrimientos por la Patria. Ha sido mando diplomado de tropas paracaidistas, de tropas esquiadores-escaladores, especialista en carros de combate… Fue testigo directo de la entrega del Sahara a Marruecos, donde permaneció ocho años al mando de tropas indígenas siempre en posiciones de máximo riesgo.

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