Por Francisco Alamán Castro.- Estamos acostumbrados a que 
frecuentemente se llame, con gran frescura por la progresía patria, al 
ejército de la República el “Ejército Popular”.
Se supone que un ejército popular es el compuesto, en su mayoría, por
 individuos voluntarios, no obligados a ir a la lucha, ni tampoco a 
combatir a la fuerza.
Si esto es verdad, el Ejército Popular de verdad era el nacional, 
pues tuvo infinitamente más voluntarios que el rojo, y sus voluntarios 
fueron a la lucha y combatieron porque quisieron.
Durante toda la guerra la República movilizó 27 reemplazos, del 1941 
al 1915 y los nacionales 14, del 1939 al 1926. Como se ve los 
movilizados forzosos fueron casi el doble. El número de hombres que 
lucharon en cada bando fueron: 1.260.000 los nacionales y 1.750.000 los 
rojos, sin contar los extranjeros. Salas Larrazabal, Los datos exactos 
de la Guerra Civil, Madrid, Drácena, 1980, p.288.
Evidentemente los nacionales tuvieron más voluntarios que los rojos, 
pues no tuvieron necesidad de movilizar tanta gente forzosa como los 
republicanos. Los voluntarios siempre son pueblo, es imposible que todos
 fueran gente rica. Por tanto había más pueblo con Franco que con la 
República.
Demos alguna pincelada: El 18 de julio se levantaron en Navarra 6.000
 requetés, todos voluntarios, tantos que no tenían fusiles para todos. 
H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona, 1976, p. 264. 
Mi suegro con diez y seis años, no eran ricos ni marqueses, se escapó de
 casa para irse al frente, le devolvieron porque ya tenía tres hermanos 
peleando por España y su padre le vio.
El 25-7-36, Mola, sobre las Vascongadas, manda una columna de 3.430 
hombres casi todos voluntarios, lo mismo que los 1.200 que fueron a 
Zaragoza. H. Thomas, La guerra civil española, p. 343.
Le preguntan a un requeté a quien tienen que avisar si lo matan y 
contesta: “A mi padre, José María de Hernandorena, del tercio de 
Montejurra, de 65 años de edad. ¿Y si también él hubiese muerto? A mi 
hijo, José María de Hernandorena, del tercio de Montejurra, de 15 años 
de edad”. H. Thomas, La guerra civil española, p. 554. Oviedo es 
defendida por 2.300 hombres, 860 voluntarios. H. Thomas, La guerra civil
 española, p. 417.
El 16-8-36, la República intenta tomar Mallorca, es defendida por 
3.500 hombres más de la mitad voluntarios civiles. H. Thomas, La guerra 
civil española, p. 414.
En el invierno de 37 tenían los nacionales un centenar de batallones 
de voluntarios (unos 70.000 hombres) y unos 4.000 oficiales de las 
mismas características. H. Thomas, La guerra civil española, p. 554.
“La rebelión de las derechas fue, en muchos aspectos una rebelión juvenil”. H. Thomas, La guerra civil española, p. 357,8.
En el bando rojo al principio los voluntarios también fueron muchos, 
posiblemente tantos como los nacionales, pues estaban más organizados 
por sus sindicatos y partidos, que ya se preparaban para la guerra desde
 hacía mucho tiempo. Sino véase: Como consecuencia de la unión de las 
Juventudes socialistas y comunistas en la primavera del 36, se crean las
 MAOC (Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas). Su primer alarde lo
 hacen en Badajoz (18-5-36).
Antonio Mije, dirigente comunista lo preside: “Vanguardia del 
Ejército Rojo… Yo supongo que el corazón de la burguesía de Badajoz no 
palpitará normalmente desde esta mañana al ver cómo desfilan por las 
calles con el puño en alto las milicias uniformadas; al ver cómo 
desfilaban esta mañana millares y millares de jóvenes obreros y 
campesinos, que son los hombres del futuro ejercito rojo…
Este acto es una demostración de fuerza, es una demostración de 
energía, es una demostración de disciplina de las masas obreras y 
campesinas encuadradas en los partidos marxistas, que se preparan para 
terminar con esa gente que todavía sigue en España dominando de forma 
cruel y explotadora”, (el PCE había creado sus milicias en el 33)… “En 
España muy pronto las dos clases antagónicas de la sociedad han de 
encontrarse el vértice definitivo en un choque violento, porque la 
Historia lo ha determinado así”. Claridad, 19-5-36. Alardes similares se
 hicieron en el resto de España durante la trágica primavera del 36, 
todas ellas debidamente autorizadas y animadas por el Gobierno del 
Frente Popular.
Nos cuenta Azaña: “Millares y millares de combatientes voluntarios 
prefirieron alistarse en las milicias populares, organizadas… por los 
sindicatos y partidos… nadie estaba sujeto a la disciplina militar”. 
Azaña, Obras Completas, Giner, Madrid, 1990, V.III, p.488.
Los milicianos cobraban 10 pesetas diarias, eran los soldados mejor 
pagados de Europa. Los legionarios y moros, 5 pesetas. H. Thomas, La 
guerra civil española, p.320.
Azaña escribía: “para estimular la recluta, se asignó a cada soldado 
diez pesetas diarias, paga cinco veces mayor que la concedida 
habitualmente a la tropa… representó para el Tesoro Público una carga 
exorbitante”. Azaña, Obras Completas, V.III, p. 488.
La República intentó ganarse a las tropas marroquíes sin resultado. 
H. Thomas, La guerra civil española, p.400. Se les ofrecían 12 ptas, 
como a los de las Brigadas Internacionales.
Pero muy pronto en el bando rojo las cosas cambiaron sensiblemente. 
Así, Zugazagoitia, importante líder del PSOE, nos contaba en noviembre 
del 36. “Los sujetos, por edad, a la obligación militar, una vez 
rescatados de los cuarteles por los milicianos, se iban a sus casas, 
entendiendo que la guerra no iba con ellos… Hubieron de ser reclutados 
nuevamente a la fuerza. EL CÓDIGO DE JUSTICIA MILITAR SE ENDURECIÓ HASTA
 EXTREMOS NUNCA ANTES VISTOS”. J. Zugazagoitia, Guerra y vicisitudes de 
los españoles, París, Librería española, 1968, p.101.
También pronto escribía Azaña (26-7-37): SE RECRUDECIÓ LA DISCIPLINA 
MILITAR. Giral (Jefe del Gobierno) le contaba, que LA MITAD LAS BAJAS 
SUFRIDAS EN BRUNETE “ERAN DESERTORES MÁS O MENOS DISIMULADOS”. EN 
CATALUÑA SE MULTIPLICABAN LOS “EMBOSCADOS”, perseguidos implacablemente,
 que huían al monte. M. Azaña, Memorias de guerra, p.243. S. Juliá y 
otros, Víctimas de la guerra, Madrid, Temas de hoy, 1999, p.253 y ss.
Decía Azaña en su diario el 21-11-37: “He recibido… la memoria del 
teniente coronel Buzón sobre lo ocurrido en el norte… mejor que 
extractarlo, prefiero dejarlo unido a estos apuntes”.
Informe de la pérdida del Norte que rinde el Jefe del Estado Mayor de
 Asturias, Francisco Buzón Llanes, al Presidente de la República. 
(A.G.L.- D.R.- Ejército del Norte – L. 853 – C. 8.). Valencia, 21-11-37:
 “Otro elemento que defraudó fueron LOS FAMOSOS MINEROS, AL PRINCIPIO 
COGIERON LAS ARMAS Y SE BATIERON, PERO CUANDO LA GUERRA SE ALARGÓ SE 
CONSIDERARON INDISPENSABLES EN SUS MINAS, DE LAS QUE NO SALIERON hasta 
agosto para hacer trabajos de fortificación. Con ellos y los emboscados 
en las Consejerías (entre ellos 2 hijos de Belarmino Tomas a quienes 
también nombra, qué cuando las cosas empezaron a ponerse mal se fueron) 
(*) se hubieran podido movilizar 20.000 hombres… HA HABIDO CASOS DE 
PONER LAS AMETRALLADORAS DETRÁS DE NUESTRAS LÍNEAS, amenazando a quienes
 las defendían, o a quienes las abandonaban”. (*) Todos los hijos de 
Ortega y Gasset y de Pérez de Ayala que estaban en Francia vinieron a 
pelear con Franco, no pasó nada similar con los hijos de los capitostes 
del Frente Popular.
Los voluntarios regresaban decepcionados, LAS DESERCIONES FUERON EN 
AUMENTO. J. Gurney (brigadista comunista), Crusade in Spain, Londres, 
1974, p.53. Citados por H. Thomas, La guerra civil española, p.838,840.
Se puede notar que Franco además de tener más voluntarios durante 
toda la guerra, estos cobraban muchísimo menos, es claro que no iban por
 la paga, ni siquiera los moros, que habrían ganado el doble. Lo que no 
está tan claro era lo de los voluntarios de la Brigadas Internacionales 
que cobraban 12 pts, un obrero europeo especialista, en esa época 
cobraba 6.Comenta R. Pérez las Clotas, La Nueva España, 13-7-03, p.65, 
el libro “A ras del suelo”, Historia social de la República durante la 
guerra civil, de M. Seidman, profesor de la Universidad de Carolina del 
Norte (USA), en el que se dice:
La defensa de Madrid atribuida a las masas populares, formando parte 
de la mitología de Frente Popular, nada se acerca a la realidad. Pocos 
madrileños se movilizaron voluntarios en los primeros días. Las tropas 
empleadas en los combates fueron, en gran medida, las ya encuadradas en 
unidades procedentes del frente de Extremadura (eran los primeros 
milicianos, esos sí eran voluntarios, pero a los tres meses si te vi no 
me acuerdo), los catalanes anarquistas al mando de Durruti (lo mismo que
 los anteriores) y la BBII. “en noviembre del 36 los nacionales llegaban
 a las puertas de Madrid. La capital no sería salvada por los 
madrileños, sino por las fuerzas que llegaban de las sierras de Levante,
 de La Mancha, de Cataluña, de Andalucía”.
Evidentemente en los primeros tiempos los militantes políticos y 
sindicales participarían de manera intensa, pero su entusiasmo se fue 
apagando: “Muchos, sino la mayoría de los trabajadores y campesinos 
convertidos en soldados, no eran militantes, sino más bien oportunistas 
que se afiliaron a los partidos y sindicatos no desde la convicción, 
sino más bien porque necesitaban un carné, sea el que fuese”. “Lo que 
hacía al Ejército Popular de la República el mejor pagado del mundo”. Un
 dato escalofriante: “. Muchachos de quince años eran traídos por sus 
padres para que fueran alistados, evidentemente por las diez pesetas 
diarias que constituían la paga del miliciano y, también, a causa del 
pan que, como tales, recibían en abundancia y podían llevar a sus 
hogares”, G. Orwell, Homenaje a Cataluña, p.7.
Capítulo ocultado (por la progresía patria) que el autor subraya, es 
el de las deserciones y las automutilaciones, “muy abundantes en el 
Ejército Popular” Las automutilaciones eran tan generalizadas que los 
médicos republicanos las calificaban de “herida contagiosa”, y como 
consecuencia las autoridades dieron orden de no evacuar del frente a 
ningún herido en estas circunstancias. Como resultado las amputaciones 
por gangrena fueron numerosas.
De los 600 juicios celebrados en Gijón por los tribunales populares, 
entre noviembre del 36 y la caída del frente (octubre del 37), el 58% 
fue por deserciones y el 9,5% por automutilaciones, el dato lo recoge el
 autor del trabajo “Auditoria de guerra en Gijón” (rojos), Cristina 
Almendral.
La reflexión final del libro no puede ser más desoladora. Pasados los
 primeros tiempos de euforia la mayoría de los milicianos no luchaban 
por sus ideales, si es que alguna vez los hicieron, sino por su mera 
supervivencia.
Aconsejaba pronto (habían pasado 3 meses y poco de guerra) y 
sabiamente El Socialista (1-11-36), a sus milicianos voluntarios: 
“Consejos útiles para los milicianos en los frentes: Miliciano desertor 
del frente: huyes ante el enemigo por temor a que una bala te mate… de 
cada cinco mil balas solo una hace blanco… si desertas… el Gobierno 
puede fusilarte. ¿Que prefieres: que una de las cinco mil te hiera, o 
que té mate la única que dispara el pelotón de ejecución? La elección no
 es dudosa. ¡No huyas, pues, miliciano!”. D. Ibárruri y otros, Guerra y 
revolución en España, 1936-39, V.I, p.293.
A los voluntarios extranjeros las cosas no les iban mejor. A los 
brigadistas no se les dejaban volver a su patria. Habían firmado que 
podrían regresar a los tres meses. El castigo por desertar era muerte o 
el confinamiento en un duro campo de reeducación. No obstante había 
deserciones. H. Thomas, La guerra civil española, p.656.
Las Brigadas Internacionales cada vez tenían menos reclutas 
extranjeros. P. Spriano (comunista), Historia del PC italiano (El Frente
 Popular, Stalin, la guerra), Turín, 1970, V.III, p.226.
Marty (Carnicero de Albacete) jefe de las Brigadas Internacionales, 
en un informe al Comité Central del PC francés, el 15-11-37, decía: “no 
vacilé y ordené las ejecuciones necesarias… Las ejecuciones ordenadas 
por mi no pasaron de quinientas” ¡Alma de Dios! Como se nota fue muy 
discreto. No cuenta nada de las ordenadas por mandos inferiores. A los 
brigadistas, nada más llegar, se les quitaba el pasaporte para que no 
pudiesen desertar y refugiarse en sus embajadas.Decía el brigadista 
norteamericano Sandros Voros en la retirada de Teruel: “El terror cunde 
en la Brigadas Internacionales… Los líderes… confían sobre todo en el 
terror.
Oficiales y soldados son implacablemente ejecutados siguiendo sus 
órdenes. El número de víctimas es particularmente elevado entre polacos,
 eslavos, alemanes y húngaros… son ejecuciones sumarias”. B. Bolloten 
(*), La guerra civil española. Revolución y contrarrevolución, Madrid, 
Alianza, 1989, p.865. Corresponsal de la pro-comunista United Press, 
dice Constancia de la Mora Maura, jefa de la Oficina de Prensa 
Extranjera Republicana. Autobiografía, In place “of Splendor” (Doble 
esplendor), p.279-81. (*) Periodista inglés, nacionalizado 
posteriormente USA, que vino como corresponsal rojo de la muy roja 
United Press, y se fue azul. ¿Qué vería?
El 7-3-38 Franco inicia la ofensiva en Aragón. Se hunde el frente 
guarnecido por Lister, éste, para cubrir sus propias responsabilidades, 
fusila a algunos jefes comunistas de su tropa. J. Martínez Amutio 
(socialista, gobernador de Albacete), Chantaje a un pueblo, Madrid, 
1974, p.266.
La BI XIII huyó. Marty intenta parar la desbandada fusilando 
arbitrariamente a tropa y oficiales”. J. Peirats (líder anarquista), La 
CNT en la Revolución Española, Toulouse, 1952-53, V. III, p. 251.
Corre el año 38. La represión sobre los reclutas fue terrible, ejemplo típico fue el de la 77 brigada mixta, se reorganizó con reclutas catalanes, fueron fusilados en dos meses más de 600, con lo cual tuvo que ser reorganizada de nuevo sin haber entrado en combate. Causa General, Madrid 1944, cap. X, p.307.
Corre el año 38. La represión sobre los reclutas fue terrible, ejemplo típico fue el de la 77 brigada mixta, se reorganizó con reclutas catalanes, fueron fusilados en dos meses más de 600, con lo cual tuvo que ser reorganizada de nuevo sin haber entrado en combate. Causa General, Madrid 1944, cap. X, p.307.
En la batalla del Ebro los rojos fusilaban a los oficiales y soldados
 si retrocedían, los sargentos recibieron órdenes de fusilar a sus 
oficiales si daban orden de retirada. Lister ordenó “quien pierda un 
palmo de terreno… será ejecutado”, amenaza que se cumplió a menudo, los 
nacionales encontraron bastantes tiradores de ametralladora encadenados a
 sus armas. Estas órdenes fueron muy frecuentes en los diversos mandos. 
J. Peirats, La CNT en la Revolución Española, Toulouse, 1952-53, V.III. 
p.278.
A la simple inspección de los hechos, pienso que nuestra progresía, 
si es honrada, que seguro que lo es, debería de hablar de dos Ejércitos 
Populares hasta la Navidad del 36, como mucho y a partir de esa fecha, 
de uno solo, el Nacional, qué nunca asentó ametralladoras detrás de sus 
soldados para tirar sobre ellos, ni puso anuncios en los periódicos para
 que sus soldados no desertasen. Cosa que sí se dio, desde muy pronto y 
con harta frecuencia, en el otro bando.
*Coronel de Infantería y colaborador de AD. Cuenta entre sus 
condecoraciones con la Gran Cruz de caballero de la Orden de San 
Hermenegildo a la Constancia Militar, dos cruces al mérito militar de 1ª
 clase con distintivo blanco, una medalla de sufrimientos por la Patria.
 Ha sido mando diplomado de tropas paracaidistas, de tropas 
esquiadores-escaladores, especialista en carros de combate… Fue testigo 
directo de la entrega del Sahara a Marruecos, donde permaneció ocho años
 al mando de tropas indígenas siempre en posiciones de máximo riesgo.
  







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