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miércoles, 1 de octubre de 2008

La broma del siglo XX sería el comunismo si no fuera por los 70 millones de muertos. (II) A por la definitiva

Publicado en agosto 5, 2008

ATC
La primera parte del plan urgido por Rockefeller para adquirir el monopolio de las materias primas de Rusia (que se nos vendió como la Revolución Bolchevique), fracasó en un primer intento en 1905, pero provocó la reacción de los banqueros americanos. Lennin fue cobijado fuera de peligro en Suiza hasta 1907. Por su parte, Trostky se refugiaría en Francia, de donde fue expulsado por sus incendiarios artículos en un periódico parisino escrito en ruso. Tras la expulsión de Trostky, éste viajó a España escoltado ·educadamente” hasta la frontera, según Sutton (citado anteriormente). Días después la policía de Madrid lo detuvo para internarlo en una “celda de primera clase”, (en España reinaba por entonces el Rey Alfonso XIII), al precio de una peseta y media al día.
Según sigue relatando Daniel Estulin en “La verdadera historia del Club Bilderberg”, después Trostky fue trasladado a Cádiz y posteriormente a Barcelona, donde embarcarían él y su familia, a bordo del Montserrat, un vapor de la compañía Trasatlántica Española, con destino a Nueva York, donde desembarcaron el 13 de enero de 1917. Para entonces, meses antes (1916) el Zar ya había abdicado.

En Estados Unidos, sin pagar alquiler, residió en una propiedad de la Standard Oil en Bayonne (familia Rockefeller), Nueva Jersey, cerca de Nueva York. Como dato anecdótico, Trotsky participó de extra en algunas películas mudas de Hollywood, durante su breve estancia en EE.UU.

Finalmente, el 26 de Marzo de 1917 volvería a embarcar, en esta ocasión en el Kristianiafjord, para abandonar Nueva York con 10.000 dólares de la época (más de 100 mil dólares actuales) y con 300 revolucionarios comunistas, que serían los primeros miembros del Ejército Rojo creado por él. El mismísimo Rockefeller correría con todos los gastos del viaje y pasaportes (uno de ellos especial para Trostky) a través del, por entonces, presidente americano Woodrow Wilson. También viajó en dicho barco un comunista americano, al servicio del magnate bancario estadounidense, llamado Lincloln Steffens, con el encargo de asegurar el regreso de Trotsky a Rusia sano y salvo.

Sin embargo, según archivos desclasificados del Gobierno canadiense, citados por Estulin, el 13 de abril de 1917, al hacer escala en Halifax (Canadá), funcionarios del Servicio Secreto del país y personal de la marina británica, retuvieron a León Trostky, por instrucciones recibidas a través de cablegrama desde Londres el 29 de marzo de 1917. Quedó confinado en Amherst, Nueva Escocia, como prisionero de guerra alemán; a la espera de nuevas instrucciones. En el cablegrama se advertía de que esos socialistas rusos viajaban con el propósito de “empezar una revolución en contra del actual gobierno ruso, en razón de lo cual, Trostky lleva consigo 10.000 dólares donados por los socialistas”.

Por aquel tiempo estaba en pleno auge la I Guerra Mundial, que terminaría un año después. Al parecer, según señala Estulin en la obra citada, los canadienses habían sido informados de que Trostky pensaba sacar a Rusia de la guerra, lo que favorecería a Alemania, según Eustace Mullins.

Así las cosas, según explica Gyeorgos C. hatonn en su libro: Rape of Constitution: Dead of Freedom (Violación de la Constitución: Muerte de la libertad), el primer ministro británico, Lloyd George cursó órdenes urgentes por cable, desde Londres, al Servicio Secreto del Canadá para que liberasen inmediatamente a Trotsky, pero aquél ignoró la orden. Segun Estulin, “Trotsky sería finalmente liberado gracias a la intervención de uno de los títeres más fieles a Rockefeller, el ministro canadiense Mackenzie King, un antiguo “especialista en laborismo” de los Rockefeller.” Entre los argumentos esgrimidos por King para liberar a Trostky, destaca la calificación de “emisario de los Rockefeller” con la misión de ganar la Revolución Bolchevique.

¿Pero qué tenían en común los bocheviques y los banqueros globalizadores?. El motivo del apoyo de toda la familia Rockefeller al revolucionario bolchevique estaba claro, ambos tenían en común la idea de una dictadura mundial con una idelogía uniformada y la proyección internacionalista del proyecto de ambos: tanto de Rockefeller como de Trostky. En eso coincidían financieros y comunistas trostkistas.

Para el magnate americano, según Estulin, “el socialismo no es un sistema para redistribuir la riqueza y por supuesto mucho menos para redistribuir su riqueza, sino un sistema para controlar a la población y a la competencia. El socialismo pone todo el poder en manos del gobierno. Y como los Rockefeller controlan a los gobiernos, eso significa que ellos tienen el poder…”

Otro hecho anecdótico fue la boda de Trostky con la hija de uno de los banqueros más ricos de la época, Jivotovsky, que también apoyó la Revolución Bolchevique.


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