Por Sonia López.
Madrid, 12 marzo.- Las deudas de memoria histórica deben saldarse en el ámbito político y no en una sala penal y, si la caída del juez Baltasar Garzón por intentar investigar los crímenes del franquismo ayuda a entender eso a la sociedad española, "podría ser muy positiva para España", según la periodista italiana Loretta Napoleoni.
Madrid, 12 marzo.- Las deudas de memoria histórica deben saldarse en el ámbito político y no en una sala penal y, si la caída del juez Baltasar Garzón por intentar investigar los crímenes del franquismo ayuda a entender eso a la sociedad española, "podría ser muy positiva para España", según la periodista italiana Loretta Napoleoni.
Napoleoni, experta en la financiación del terrorismo, plantea esta y otras reflexiones en el libro "Garzón. La hora de la verdad" (Principal de los libros), que presenta estos días en España.
No obstante, la autora se pregunta si Garzón será capaz de asumir ese sacrificio y dejar de denunciar el "linchamiento" al que, en su opinión, está siendo sometido, como haría un "hombre verdaderamente grande".
"La muerte de Sócrates fue lo más importante de su vida", ha afirmado en una entrevista con Efe Napoleoni, que cree que la figura de Garzón, con todo lo que conlleva de juez-estrella, es un producto de nuestra sociedad, es parte de nuestra historia, y "su caída es también la nuestra".
En el libro, Napoleoni analiza el personaje y la carrera profesional del juez más mediático de España, repasando sus virtudes y defectos, y con la pretensión de ofrecer una visión objetiva de la "polarización" que Garzón ha provocado en los españoles, divididos hoy entre sus partidarios y detractores.
"Si Garzón fuera italiano, hoy estaría en política, como Antonio di Pietro", dice convencida Napoleoni, comparando al juez con el exmagistrado y actual líder del partido Italia de los Valores (IDV).
Las cosas aquí han sido diferentes, según esta analista, que forma parte del comité científico de la Fundación Ideas que asesora al PSOE en su estrategia política y económica, porque la democracia española es mucho más madura que la italiana, y sabe que no se puede crear un partido porque un juez "simplemente sea famoso".
Por el contrario, piensa que el gran error de Garzón -hoy suspendido de su cargo en la Audiencia Nacional y con tres causas en el Tribunal Supremo por los cobros recibidos durante su estancia en Nueva York, la investigación de los crímenes del franquismo y las escuchas telefónicas del "caso Gürtel"- fue entrar en política.
Eso es lo que a su juicio ha marcado después su trayectoria en la Audiencia Nacional: "consciente o inconscientemente, la política ha condicionado sus decisiones, un juez tiene muchos casos y al final se concentra en unos más que en otros", afirma Napoleoni, que piensa que, tras el fracaso político de Garzón, su desplome fue muy fuerte.
Con esa visión, la autora repasa los casos que le han dado al juez su fama y su prestigio internacional, desde los GAL, la lucha contra ETA, la extradición de Pinochet y su trabajo en pro de la justicia universal, para acabar con el "caso Gürtel" y la investigación de las desapariciones de la dictadura franquista.
Otro de los errores que la autora apunta en ese recorrido es la identificación que se ha hecho de la Justicia con Garzón.
Considera que el juez ha hecho mucho por la democracia, desde su lucha contra el narcotráfico, la corrupción o el terrorismo, pero que no ha sido el único, detrás había todo un equipo de jueces y fiscales tan profesionales como él, que finalmente es quien se ha llevado "toda la gloria".
"Pensar que un hombre puede hacer lo que toda una nación ha sido un error de la prensa, que ha creado al personaje, pero él nunca ha dicho que no es así", asegura.
Sea cual sea el final del juez, Napoleoni sostiene que su caída puede abrir en España un proceso de autocrítica sobre algunos asuntos, como la interpretación de las leyes, la politización de la justicia y de algunos magistrados y la memoria histórica.