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Crónica Negra de la II República Española. Genocidio marxista en el Partido Judicial de Estepona.

lunes, 6 de octubre de 2008

Para que otros vean...

Publicado en mayo 9, 2008

ATC

Hemos extraído del Diario de Navarra, del día 1 de julio de 1937, esta interesante información. Relata la misma un hecho, contado al parecer, por un testigo presencial ocurrido, por aquellas fechas de la España en guerra, en Moreda, Asturias. Creemos que ahora, con el anuncio del Gobierno de revisar sus relaciones con Iglesia, cobra, a pesar del tiempo transcurrido, especial actualidad este vistazo a las hemerotecas.

La información dice así:

“Las gentes rojas del pueblo, de imbecilidad incurable, organizaron un espectáculo en la plaza pública, con intervención de los presos y de las imágenes de la Iglesia. Espectáculo, naturalmente gratuíto y de notoria “ejemplaridad”.

Los presos, que eran los derechistas del pueblo iban a llevar sobre sus hombros, todas las imágenes de los altares, desde la Iglesia hasta la plaza. Una vez allí, las imágenes de los altares iban a ser condenadas al fuego, en presencia de los derechistas. El espectáculo, como ven ustedes no es nuevo en la zona roja. Uno de los dirigentes, apodado “Sismo” y que ya en la revolución de octubre contrajo méritos bastantes para acaudillar salvajadas, cuando vió que sacaban una magnífica imagen de San José, tuvo la valentía épica de arrancarle los ojos con una enorme navaja, enorme como la tumba de un filisteo. La gentuza aplaudió con risotadas frenéticas aquella heroicidad del bestia y la imagen, sin ojos, fué echada a la hoguera.

Este “Sismo” es de los valientes que empujan a los demás a la vanguardia, pero un día, al frente del comité local, un poco alocado con el aguardiente de las requisa, decidió visitar las trincheras de San Esteban de las Cruces. Allí asomado a la mirilla del parapeto, una bala penetró por su parietal y nuestro “Sismo” cayó en tierra, ciego.

Y sigue ciego, en su pueblo de Moreda. Y ve pasar las horas sentado en el banco de su puerta,envuelto para siempre en la sombra. Y allí van sus amigos, los que celebraron su “hazaña” y él les dice:

-“¡Ay, los mis ojos! ¿Non sería por lo que yo fice a San José?”-

He aquí al pueblo de español, con la fé incrustada en sus entrañas. El hecho de que una bala llegue a uno situado en un parapeto, nada tiene de extraordinario en la vida de las trincheras.

Nada hay de extraordinario en el hecho subsiguiente de que perdiera la vista. ¡Muchos de los nuestros han perdido la alegría de los ojos! Pero la bala pudo darle en el brazo, en la pierna, en la espalda; le arrancó los ojos… Y este hombre ha sentido el despertar de su conciencia aletargada y en ese despertar resurge la fé, aquella fé que heredó de su madre y por la que tantas veces se habría prosternado, en su Iglesia de Moraleda, ante San José… ¡Y cuántos así, cuántos en esta España roja, así. Con la fé sepultada en la conciencia dormida por el veneno! Y para este despertar ¡cuánto sacrificio del creyente! ¡Cuántos ojos muertos para que otros vean!” (Sic).


ATC Journal.
¡Llevamos la información!

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