No es casual ni producto de la ignorancia que el gobierno Zapo se identifique como “rojo” y con el Frente Popular de 1936. Una línea los une, efectivamente, y el propio Zapo lo reconocía en su último congreso: “ Siempre nos hemos reunido bajo las mismas siglas, siempre bajo los mismos valores, siempre con la misma voluntad”. Y así es , no han cambiado en nada esencial desde que se proclamaban abiertamente marxistas y trataban de imponer su dictadura y organizar la guerra civil. Solo los ciegos voluntarios (pero hay muchos) pueden dejar de verlo. Cuando los nazis explicaban con la mayor claridad su doctrina y objetivos, gran número de necios desarmaba a la opinión pública afirmando que “ya se amansarían”, que “no era para tanto”, incluso que, dándoles el poder, “el furtivo (Hitler) se convertiría en guardabosque”. Por lo que conviene volver a explicar el Frente Popular, precedente e inspirador de la política de Zapo y tan ignorado por la inmensa mayoría.
En octubre de 1934 el PSOE y la Esquerra de Companys declararon la guerra civil, con participación de comunistas (entonces un partido menor) y de un sector anarquista, más el apoyo del partido de Azaña y demás republicanos de izquierda (también del zascandil Miguel Maura), y cierta complicidad del PNV. Ante el fracaso de aquella insurrección gran parte de sus promotores (Largo Caballero, Carrillo…) se dedicaron a preparar otra guerra mejor organizada. En cambio otro sector izquierdista, con Prieto y Azaña a la cabeza, optaron por un cambio de estrategia: crear un frente para ganar las elecciones y entonces, dueños de los resortes del poder, imponer sus objetivos cambiando la naturaleza del régimen. Un golpe de estado, en fin, con apariencias de legalidad. Seguían, consciente o inconscientemente, la estrategia nazi, que también había intentado imponerse mediante un putsch para rectificar a continuación y explotar fraudulentamente las facilidades de la democracia liberal. Curiosamente la misma evolución siguieron los comunistas, desde la táctica insurreccional de “clase contra clase” a la de Frente Popular, aunque los comienzos de este frente, en España, vendrían de Azaña y Prieto, como quedó indicado, y no del PCE.
La primera hazaña de la nueva estrategia fue la intriga mafiosa del straperlo, con la que los dos líderes frentistas aniquilarían al moderado partido de Lerroux, que amortiguaba los golpes entre derechas e izquierdas. Y poco después, favorecidos por la demagogia y el resentimiento de Alcalá-Zamora, pudieron presentarse a las elecciones de febrero de 1936, que pasarían a la historia, precisamente, como “las elecciones del Frente Popular”, y cambiarían la historia de España.
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